De no mediar la intervención interesada de terceros, enfrascados en asuntos personales, Nando Pons seguiría en el Mallorca. Hizo méritos para ello en su condición de director deportivo al estructurar una sección modélica más allá de su mayoría de aciertos en los fichajes realizados. Con él trabajaron Paco Navarrete, Miguel Magaña, Gustavo Siviero, Marcos Martín, Manolo Molina, Enrique Magdaleno y otros que el club debería echar de menos. Pero su mayor servicio, jamás agradecido, fue el de evitar la mismísima desaparición del club, inexorable camino que señalaba indeleblemente el breve reinado de Javier Martí Asensio, felizmente interrumpido gracias a su oposición y la de Gregorio Manzano, tampoco muy bien tratado por el mallorquinismo, afectado por un virus de influencias ajenas que ni aún hoy día ha sido erradicado. Tras una breve estancia en China, en funciones de "scouter", el técnico ha sido requerido para asesorar al Nastic, rival del Mallorca esta temporada, sin que ello suponga abandonar la labor que ejerce a nivel internacional para uno de los agentes Fifa más importantes del mundo. Jugadores aparte, otro profesional que se ha dejado escapar, víctima de la envidia, la insidia y la calumnia. Así de claro.
