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Análisis

Podría ir peor

Si a la séptima jornada de Liga estamos hablando de finales y ya han empezado las reuniones con el presidente, malo. Síntomas inequívocos de que lo que va mal puede ir peor, como si el mismísimo Murphy, con su ley, se hubiera instalado en el vestuario.

Trasladémonos al entorno. La afición que se irrita y se vuelve contra el palco es la que va al campo, sólo le importa el resultado y el juego del equipo le es indiferente mientras gane. Cuando no es así el objeto de su ira es el entrenador, en este caso no sabemos si uno o cuatro, y solidaria y seguidamente el máximo exponente directivo. Pero yo me preocuparía más por la gente que ha dejado de ir a Son Moix.

Su ausencia ya no depende tanto del marcador o la clasificación, sino que es puro desamor. Quiérase o no, gran parte del mallorquinismo ha perdido la ilusión y no se siente representado ni identificado con el club.

Reconocido o no, Ferrer está en la cuerda floja. Habría que preguntarse si un eventual cese alcanzaría a la totalidad del cuerpo técnico o solamente a él. Si aún no ha caído es porque, en primer lugar, equivale a reconocer que después de examinar a tantos aspirantes al banquillo, has elegido mal. A continuación porque su gran valedor es Nadal tras el cual, a su vez, se parapeta Utz Claassen.

Si se va el Chapi, Miguel Ángel Nadal tendría que ir detrás, aunque ya no se inmutó al ser cesado Miquel Soler por Aouate. Idéntico argumento habría justificado la dimisión de Gálvez y Alfonso tras el fichaje de Sánchez Jara. Pero recordemos que el director deportivo ya declaró no haber intervenido para nada en la contratación de los tres brasileños y aquí están, como Chopin, pasando un invierno en Mallorca.

Todo este galimatías, rayano en el caos, tiene sus raíces que, parecidas a las de los pinos, se asoman a la superficie.

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