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Análisis

En la cuerda floja

Hay precedentes. Mateu Alemany cesó al portugués Pacheco después de la quinta jornada y a Benito Floro tras la octava. Miquel Contestí batió el récord al prescindir de Quetglas en beneficio de Oviedo tres días antes de empezar la Liga. La cuestión no es el momento en que uno toma la decisión, sino su causa. Todo ha de tener su por qué.

He conocido a un sinfín de entrenadores a su paso por el Mallorca. Salvo excepciones concretas -Saso, Forneris, Cúper, Oviedo, Serra Ferrer y Luis Aragonés- no vi grandes diferencias entre ellos. Muchos de ellos fracasaron al frente de buenas plantillas -Koldo Aguirre, por ejemplo- y otros sacaron petróleo de vestuarios infames. Desde su último descenso a Segunda, la categoría históricamente inherente al club, Albert Ferrer es el sexto técnico que desfila por Son Bibiloni.

Un dato que, sin que suponga romper ninguna lanza a su favor, ofrece pistas sobre las características de los jugadores, por si no bastara el hecho de tener que cambiar a más de una docena por temporada.

Si examinas a ya no recuerdo cuántos candidatos y a las primeras de cambio has de prescindir del elegido, el problema está más arriba. Y si el susodicho necesita rodearse de cuatro ayudantes, sin contar al preparador físico y al de porteros, el listón de la duda se coloca más abajo.

El mencionado Benito Floro tenía las ideas muy claras respecto a lo que pretendía de sus hombres. Sin embargo, desconocía si realmente eran capaces de dar aquello que se les pedía. Ignoro si al Chapi le sucede algo parecido, aunque he de decir que un póker de técnicos como el que ha reunido -un lujo para un club modesto- puede aportar tanta luz como montar un gallinero.

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