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Análisis

Un líder circunstancial

Ser líder después de la tercera jornada de Liga no reviste la menor trascendencia ni señala ninguna perspectiva de futuro. De hecho y salvo revelación, ni el Numancia ni el Mallorca están llamados a disputar las primeras plazas de la clasificación, si bien por causas diferentes.

Jagoba Arrasate se convirtió prematuramente en entrenador de la Real Sociedad y en su pecado halló la correspondiente penitencia. Ahora ha descendido un escalón para dirigir a una plantilla plagada de veteranos, en la que el exmallorquinista Julio Alvarez se asienta con mando en plaza. La tercera parte del vestuario supera los treinta años y otros cinco jugadores se aproximan a ellos. Oficio no les falta, pero la competición se les hace larga. El mallorquín Biel Ribas compite en la portería con el joven Munir y Alex Alegría, la excepción de la juventud, fue fichado para suplir la baja del menorquín Sergi Enrich.

En otras épocas diríamos que el Mallorca depende de sí mismo. En este momento el entorno y el ambiente están tan enrarecidos que toda reacción es imprevisible. La afición, decaída, baila al ritmo de un vals, un paso de indiferencia y otro de decepción. Un estado de ánimo que sólo cambia con las victorias.

No hay sorpresas en la convocatoria a la que, o mucho me equivoco, o Fofo tiene muy pocas opciones de regresar a ella a lo largo de la temporada. De los refuerzos brasileños nunca más se supo y el esqueleto, frágil, se apoya en el pasillo que conforman Aveldaño, Yuste, Brandon y hoy, posiblemente, Acuña. Es lo que hay, salvo que el Chapi nos soprenda con alguna decisión drástica.

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