El del Athletic es el único filial que ha sobrevivido a las exigencias de la categoría, tras el consecutivo fracaso del Real Madrid Castilla y el Barcelona B. Difícil de calibrar en este inicio de la competición, no tuvo un ascenso fácil -ninguno lo es- porque tuvo que superar a todo un Cádiz con presupuesto y plantilla dieseñados para regresar a la categoría de plata, metal que se asocia a la belleza de la capital andaluza, pero alejado del escudo que acuñó la versión original del "submarino amarillo", atribuido erróneamente al Villarreal.
Obviamente el anfitrión, al que cabe el honor de presentar campo en el mismísimo y reluciente San Mamés europeo, responde a las características típicas de un equipo de su condición. Jugadores jóvenes que sueñan con subir al primer equipo y que, a diferencia de las dificultades que para dar el salto tienen merengues y culés, mejoran sus opciones merced a la política de su club. A su favor, ilusión y lucha; en contra, una clara inexperiencia.
De los seis centrales del Mallorca viajan tres. Dos de los fichados este verano se quedan en Palma, junto al denostado Truyols. No se puede decir que la cobertura haya entusiasmado o convencido al cien por cien, pero no es menos evidente que Ferrer echa de menos el gol.
La forzosa baja de Acuña facilita la entrada de Bianchi como hombre más adelantado. Quizás Coro o ambos. Dependerá probablemente de la evolución del partido y del marcador.
La dificultad viene marcada por el pronóstico en base al historial de cada uno de los contendientes. De momento los cachorros, como se les llama, han peleado mucho pero no han mordido nada. Pero el Mallorca ha de salir a cazar, no para ser cazado.
