La Ponferradina entraña peligro porque se ha convertido en un clásico de Segunda División lo que, traducido, significa que mantiene una línea de continuidad relacionada directamente con su solidez estructural. José Fernández es el segundo presidente más veterano de la categoría, sólo superado por el del Numancia. Cumple su cuarta temporada en Segunda sin apenas variación en su presupuesto, que no supera los cinco millones de euros y aunque haya cambiado de entrenador, Manuel Diaz se estrenó el año pasado en sustitución del exmallorquinista Claudio Barragán, mantiene la misma base de equipo y plantilla. Remata con uno de los máximos artilleros, el brasileño Yuri, uno de los veteranos que se entendía de maravilla con Fofo, pero que encuentra frecuentes asistencias en futbolistas de buen nivel como Acorán y Berrocal, sin olvidarnos de Pablo Infante, el empleado de banca profesionalizado que, procedente del Mirandés, promete riesgo en lanzamientos a balón parado. Este año se ha reforzado con otro delantero, el liberiano de venticuatro años Wiliam Jebor en quien confían para dosificar a su santo y seña. Ha apuntalado su defensa con el deportivista Seoane, lateral diestro, el bético Casado, por el otro lado, y el lucense Pavón, un central algo lento. Arrancó con una victoria sobre el Elche en El Toralín, su pequeño feudo con fama de inexpugnable. El Mallorca tendrá que poner toda su carne en el asador para derruir un bloque compacto no exento de individualidades apreciables. Si Bianchi debuta en los locales, tendrá la primera oportunidad de mostrar su facilidad para ver portería.
