Víctor Casadesús estuvo cerca de marcarle al equipo de su corazón en el minuto 69, justo en el estadio en el que debutó en Primera División y en el que ha celebrado tantos goles. El regreso del algaidí, que disputó la segunda parte, a Son Moix fue uno de los grandes atractivos de un Ciutat de Palma en el que el Mallorca de Albert Ferrer se presentó ante su afición.
Víctor abandonó la disciplina bermellona en enero de 2014. Dejó atrás el club de su vida para fichar por el Levante, que le ofrecía volver a Primera División y de paso dejar atrás una Segunda en la que el equipo se encaminaba hacia el naufragio. Un año y medio después de aquella triste despedida el algaidí volvió al Iberostar Estadio y se reencontró con una grada que le obsequió con una ovación unánime. Nada que ver con la difícil relación que mantuvo con el público en sus últimos meses como futbolista bermellón.
El ariete se marchó convertido en el máximo goleador mallorquín de la historia en Primera, con 37 goles, y casi diez temporadas en el Real Mallorca, solo interrumpidas por dos cesiones en la Real Sociedad y Nàstic de Tarragona.
Se despidió el 3 de febrero en una rueda de prensa acompañado por el entonces máximo accionista del Mallorca, Llorenç Serra Ferrer, y Nunes, Pep Lluís Martí y Dudu Aouate. Hoy no queda ninguno de ellos en el Mallorca.
Víctor había vivido unos meses antes la amargura del descenso. Y durante aquella primera vuelta en Segunda sufrió los silbidos de parte de la grada, que le reprochaba una aparente falta de intensidad. El delantero acababa contrato aquel 30 de junio y acordó con Serra Ferrer una salida antes de tiempo.
El jugador volvería a la elite con el aval de Joaquín Caparrós, entonces entrenador del Levante. Y el club se ahorraba parte de una ficha muy elevada y ampliaba el margen para contratar otros jugadores.
Este curso el algaidí seguirá en la élite y el Mallorca tratará de acceder a ella. Tal vez la próxima temporada se vuelvan a cruzar sus caminos. Es cuestión de tiempo conocer la respuesta.
