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Lletra menuda

La motivación convertida en carga

Si necesita un coach para fijar logros y obtenernos no acuda, por favor, al ayuntamiento de Manacor. Hallará apatía y desánimo en vez de impulso, programación y aliento. Así le va a la ciudad.

Manacor arrastra un problema de estética urbana. Si conoce la ciudad, no pedirá más explicaciones. No es todo, porque detrás de lo que muestra el espejo se esconden otros males mas inquietantes y susceptibles de mayor peligro. El Ayuntamiento ha desplegado la inspección técnica de edificios. Lo ha hecho por imperativo legal, no tanto por convicción de los actuales gestores políticos o como impulso a la modernización y a la seguridad. Datos y reacciones así lo confirman.

Este año debían pasar la revisión los inmuebles levantados entre 1901 y 1935. Apenas lo han hecho la mitad. En 2016 fueron incluso menos. La acumulación del retraso es palpable. Pero la delegada de Urbanismo no está inquieta. No ha abierto expediente sancionador alguno, tampoco ha promovido campañas de información y estímulo. No contempla previsión de hacerlo. De la versión de Bel Febrer se desprende que tiene suficiente con ceder los trabajos de la inspección a una empresa externa y en procurar que el proceso no grave las arcas municipales.

El Barcelona posa´t guapa de la época olímpica del alcalde Maragall nunca tendrá su versión manacorina. Ni siquiera por vía de promoción y oportunidad deportiva. La alcaldesa Riera y su delegada de Urbanismo prefieren colgar un inmenso cartel de Rafel Nadal. El problema es que la gran pancarta no cubre solo la fachada. Tapa el acceso y el contenido de todo el edificio.

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