El director general de Movilidad, Jaume Mateu, pone especial énfasis en señalar que el percance sufrido ayer por el tren de Mallorca "no es grave." Admisible, o cuando menos comprensible, con obras de por medio y en época de escasez de recursos para afrontar las necesidades del servicio.
La perspectiva cambia sin embargo cuando la situación se contempla en su dimensión propia de espacio y tiempo. El problema no es que SFM tuviera ayer un imprevisto, porque donde hay actividad puede haber accidente y porque todo humano y toda máquina puede errar. La preocupación viene incrementándose a medida que los parones y retrasos de trenes continúan siendo de periodicidad constante y porque, ante ellos, no se ofrece información ni alternativa a un usuario que siempre sale perjudicado. Esta es la verdadera gravedad que debería contemplar el director general de Movilidad mirando un poco más lejos del accidente puntual de ayer. Poca esperanza de arreglo dado que ni si quiera se sabe a cuántos perjudicó.
