Las montañas de Artà llevan décadas castigadas y erosionadas por el fuego. Los incendios, algunos de ellos fortuitos o accidentales, pero otros sujetos a la sospecha de intencionalidad no acreditada ni documentada, se han convertido en un mal endémico del Llevant y todos han llegado a trastocar su paisaje.
En agosto de 2013 el fuego arrasó 479 hectáreasagosto de 2013 el fuego arrasó 479 hectáreas en las inmediaciones de Cala Torta. Ahora, cuatro años después, la conselleria de Medio Ambiente saca a licitación la reforestación de la zona afectada incluyendo Sa Duaia y Es Recó, con un presupuesto de 325.000 euros.
Mientras la conselleria se lo pensaba o daba largas, la naturaleza, por su cuenta, ha hecho lo que ha podido, que no es mucho, porque la capacidad devastadora del accidente o la intervención humana, siempre supera la evolución natural del mundo vegetal y animal. Bien está que el Govern se desperece y retire leña quemada, abone terreno y plante árboles. Sin embargo, vista la experiencia en forma de castigo que ha flagelado a las montañas de Artà, debernos llegar a la conclusión de que la reforestación vegetal resulta insuficiente. Necesitará otros aliados que velen por ella y las salve de más incendios periódicos cuando vuelvan a crecer arbustos por quemar.
Queremos decir que también hace falta reforestar el sentido de la prevención y la responsabilidad para que, quien habite o visite la sierra de Llevant sepa que está en un lugar singular, en un patrimonio natural que debe ser respetado y cuidado en beneficio y disfrute de todos.
