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Fotografía

Los retratos de una sociedad

El Museu de Manacor repasa la historia de los estudios de fotografía locales desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX

Una de la paredes repleta de fotografías de estudio de los distintos profesionales de la instantánea de Manacor. s.s.v.

Resaltar la importancia histórica que el retrato fotográfico ha tenido en el devenir y la evolución de una ciudad. De familias, de nombres y fechas señaladas; de soldados y marineritos; de bodas, de corbatas y de muebles prestados. Bajo el título 1, 2, 3 Mira a Càmera. La fotografia d'estudi a Manacor el museo de Historia ha recopilado curiosidades e instantáneas de los fotógrafos que inmortalizaron a una sociedad entre finales del siglo XIX y mediados del pasado.

Un trabajo de la Associació d'Amics del Museu d'Història que cuenta también con explicaciones de las principales técnicas y su evolución, una pequeña exposición de cámaras antiguas e incluso un set con distintos decorados, donde quien quiera puede fotografiarse a la antigua, cogiendo incluso prestada ropa de antaño cedida para la ocasión hasta que finalice la exposición, el 15 de septiembre. Este jueves, el fotógrafo montuïrer, Gaizka Taro, retrató con una vieja cámara de placas durante unas horas.

Cuestión de nombres

Se podría decir que la historia de los retratistas manacorins se inicia con Pere Sansó, quien a finales del XIX abre un estudio en la plaza des Convent. Y en 1897 presenta su obra en la Exposición Balear celebrada en Manacor, la cual también 'congela'. Fue por tanto además de fotógrafo de estudio, de encargo. Entre 1919 y 1925 publica para revistas locales como Baleares o Majorica.

B. Fuster (1908), Antoni Ribot Moragues (1920), Rafel Zamorano, Manuel Tomàs Pellicer (1928), Joan Duran Rubí (1929-1937), son algunos de los nombres más recordados de fotógrafos asentados en la ciudad con espacio propio. Todos ellos antes de llegar al que seguramente sea el fotógrafo de estudio más recordado en Manacor: el cordobés Alfonso Lorente, quien después de pasar por Valencia y Eivissa, recaló definitivamente en Manacor en 1949 y montó su estudio en un piso de la plaza Rector Rubí, sobre el que vivía su mujer y sus seis hijos.

Una pareja espera para ser retratada con una vieja cámara de placas en un decorado de la exposición. S.S.V.

El estudio era una galería larga, llena de focos y muebles de toda clase que iba movienda para cada sesión o fotografía. Quien se encargaba de retocar y pintar la fotografías no era otra que su esposa, Pepita Herranz.

Sus precios económicos hicieron del negocio un lugar ineludible para todo matrimonio, familia, boda o primera comunión hasta principios de los años ochenta, cuando el negocio tuvo que cerrar.

Otro de los destacados fue Miquel Sureda (1937), quien empezó haciendo fotografías para los carnets de soldados cuando estaba prestando el servicio militar. Una base que le sirvió para abrir, finalmente y a principios de los años setenta, el Estudio Jaime II, que permaneció 47 años en activo. Entre medias tuvo un pequeño laboratorio en casa de sus padres.

Retoque artesanal

Su especialidad siempre fueron los retoques artesanales con bisturí y lápiz sobre el mismo negativo. En el 80% de los casos se trataba de añadir a personas, cosas físicas o ropa que por un motivo u otro no podía o debía salir en la toma original. Su primera cámara fue una Rettinette de la casa Kodak, que utilizaba para los reportajes. Para los retratos y carnets prefería una de placas, de la marca Boilander Prominent.

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