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Dignidad para una vida más larga

El actual Govern ha demostrado que no tiene inconveniente alguno para reconocer el déficit de plazas residenciales para asistidos que aqueja a Balears. Hay una lista oficial de espera de 1.200 personas que ha llegado a ser de 1.400. Asumir tal realidad implica la obligación de tomar medidas para paliarla. No hacerlo supondría adentrarse en la irresponsabilidad.

Se ha diseñado un plan que, por lo menos en sus aspectos teóricos, mantiene una buena impresión. Veremos si la conserva en el momento de comenzar a palpar la realidad en una cuestión que resulta especialmente sensible y delicada.

El proyecto ganador del nuevo geriátrico de Marratxí se sostiene dentro de está tónica de buenas intenciones y una cierta previsión de última hora. La elección por concurso garantiza una dosis de competencia en calidad entre profesionales de prestigio. Ha ganado el proyecto denominado Domus de un equipo de arquitectos entre los cuales figura el vencedor de la pugna por ampliar el Camp Nou de Barcelona. Parece que, aparte de prestar servicio, se quiere ofrecer una imagen de modernidad y eficacia. Una cosa no tiene porqué estar reñida con la otra pero, detrás de todo ello, debe prevalecer la tesis permanente de que la demanda de asistencia geriátrica y a asistidos será cada vez más creciente en una sociedad que eleva de forma progresiva y paralela su techo poblacional y la esperanza de vida. La entrada en servicio de residencias de vanguardia como la de Pòrtol, que se tiene previsto inaugurar en 2019, no puede servir de pantalla para diluir la demanda real y urgente. Si se cumplen las previsiones, al final del actual periodo de gobierno, con los nuevos centros de Son Dureta, Ciutat Jardí y Pòrtol se habrán cubierto 600 nuevas plazas, pero todavía quedarán otras tantas por atender. Tras el área metropolitana de Palma queda el resto de Mallorca y las demás islas.

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