Desde el pasado miércoles, Carlos duerme cada noche con dos pijamas, cuatro pares de calcetines y dos nórdicos, y María se tiene que ir a casa de unos amigos para poder bañar a su hijo pequeño. Desde el pasado miércoles, ellos y otros de sus vecinos peregrinan cada día a la piscina semivacía para hacerse con algo de agua para fregar o para poder tirar de la cadena del váter.

Viven en el complejo Parasol de Santa Ponça, al principio de la calle Ramon de Montcada, y llevan casi una semana sin luz ni agua después de que unos operarios les quitasen el único contador comunitario existente por el impago de una deuda. El inmueble cuenta con unas 120 viviendas, que hasta hace unos años eran apartamentos turísticos, pero que después se reconvirtieron en residenciales en un proceso de cambio de usos. Los residentes consultados ayer por este diario aseguraron que se quedaron sin servicio eléctrico el miércoles de la semana pasada, en plena ola de frío. "Al principio, pensamos que era por la tormenta", cuenta una vecina. Después, supieron que era por consecuencia de un impago de una cantidad económica. "Si hubiese habido contadores individuales, no habría sucedido esto. Sólo se le habría cortado al que no pagaba", añadía.

Inventiva contra el frío

Entre los afectados, hay familias con niños pequeños. La mayoría son inquilinos que pagan una renta - "Una renta en la que están incluidos el agua y la luz"-contaba un vecino-, aunque también hay propietarios que viven en el edificio. El intenso frío de estos días les ha obligado a adoptar diversas soluciones. Los hay, por ejemplo, que han optado por irse a casa de familiares hasta que se resuelva el problema. Y los que no tenían esta alternativa se las apañan como pueden. Para cocinar, se han improvisado hogueras en el exterior, según cuenta uno de los vecinos. Para calentar los pisos, ya son varios los que han echado mano de bombonas de butano. Y, para tener luz, la mayoría ha recurrido a las velas. "Yo el otro día casi me caigo con mi hijo por las escaleras, porque no había luz", dice María.

Algunos vecinos sitúan la raíz del problema en la transformación de los Parasol de apartamentos turísticos a residenciales. "Yo, por ejemplo, no tengo cédula de habitabilidad, ¡pero el IBI sí que lo pago!", comentaba ayer un propietario.

El portavoz municipal socialista, Alfonso Rodríguez Badal, que habló ayer con algunos vecinos afectados, achacó la situación al cambio de usos, al tiempo que expresó su sorpresa por que este tipo de cosas pasen en el "Calvià del siglo veintiuno". Ayer por la tarde, estaba prevista una reunión de propietarios para abordar la situación. Los vecinos de los edificios Parasol confiaban en que esta reunión sirviese para hallar una solución y para restablecer el suministro eléctrico y de agua.