"Hace veinte años, el objetivo era proporcionar un espacio digno donde morir, ahora es el de lograr una vida digna para los enfermos". Las palabras de Marga Vidal y Marga Valero, trabajadoras de la ONG Siloé, dedicada al cuidado y atención de personas portadoras del virus VIH-Sida en situación de exclusión social, resumen de esta forma los avances conseguidos en el tratamiento de una enfermedad que ha pasado de ser mortal a convertirse en crónica si los afectados siguen la medicación con retrovirales indicada para estos casos.

La organización fue fundada en 1994 por el teólogo y poeta ´gabellí´ Llorenç Tous para dar respuesta a una necesidad social detectada en la cárcel de Palma, donde muchos reclusos enfermos de sida estaban condenados a morir entre rejas a pesar de que la Ley permite la excarcelación de los presos que se encuentran en fase terminal. Actualmente, la entidad dispone de quince plazas de acogida, repartidas entre un piso tutelado del barrio palmesano del Jonquet y una casa rural ubicada cerca del casco urbano de Santa Eugènia. Todas las plazas están concertadas por el IMAS y se encuentran al máximo de ocupación, con una larga lista de espera cuyos criterios de selección corren a cargo del citado instituto público. "El perfil de los usuarios ha cambiado mucho con los años; en un principio venían más toxicómanos, ahora ya no tienen por qué serlo", explican las trabajadoras. La mayor esperanza de vida de los enfermos ha influido en la dinámica de la ONG. "Antes no llegaban a viejos y ahora sí; hemos tenido casos de gente que ha llegado en silla de ruedas con pesos de 30 kilos que posteriormente se ha recuperado gracias a la medicación y a un mayor orden alimenticio". Uno de los residentes en la casa de Santa Eugènia está en la entidad desde el primer día y ha sorteado en tres ocasiones una muerte anunciada. En el casal, propiedad de la ONG gracias a distintas donaciones privadas, los pacientes viven en un entorno saludable y, "si respetan las normas", pueden salir al exterior, a excepción de aquellos casos derivados desde la prisión de Palma.

Las responsables de la entidad admiten que la percepción social sobre la peligrosidad del sida "ha bajado mucho", y consecuentemente también las ayudas de la Administración. "La gente sigue relacionando la enfermedad con el mundo marginal de la droga o la prostitución, pero la vía de transmisión más elevada sigue siendo la sexual, entre personas heterosexuales; una prueba es que no se han hecho nuevas campañas de prevención desde la del ´póntelo, pónselo", lamentan.

A pesar de los avances conseguidos, la muerte sigue visitando con frecuencia las dos sedes de la organización. "Suelen fallecer de fallos multiorgánicos debido a la falta de defensas", explican. Los pacientes suelen hablar de la muerte, que no es un tema tabú entre ellos. Cuando alguien se marcha, sus cenizas sirven para regar un nuevo árbol que lleva su nombre.