El pueblo de Alcúdia celebró ayer la fiesta de la Mare de Déu de La Victòria. Algunas novedades han marcado la edición de 2012 de esta tradicional fiesta local: el frío, los ´gegants´ y la Eurocopa.

En la noche del domingo, los ´gegants´ llegaron puntuales a su cita con La Victòria a pesar de la inestabilidad del tiempo. Según algunos jóvenes pertenecientes al grupo de ´geganters´ de Alcúdia, la ascención fue "más llevadera y mucho más divertida de lo que creíamos. Si nos peleábamos por algo era por llevar los gigantes, no por lo contrario".

Esta ascensión a La Victoria del domingo por la tarde invitó a que simpatizantes de los ´gegants´ los portaran por primera vez dentro de los diferentes relevos que se hicieron a lo largo de la subida a la ermita. Miembros fundadores del grupo compartían la opinión de que esta actividad con el tiempo "puede enganchar a más gente".

La ´revetlla´, en cambio, a diferencia de las carreras de atletismo o la ascensión de los geganters, sí se vio afectada por el tiempo desapacible. Una noche más que fresca con chaparrón incluído obligó a muchos a abandonar la Ermita antes de lo esperado.

El público se agrupó en torno de las televisiones instaladas para seguir el partido de la final de la Eurocopa y también para resguardarse del frío viento del norte. Una escena insólita. La fiesta de La Victòria recuperó el pulso perdido con la música de los creativos Tacàritx y de los veteranos Sarau Alcudienca. Sobraron buñuelos, mistela, ron e incluso para algunos sobró fútbol.

Más soleado y alegre fue el día de ayer, día central de la fiesta de La Victòria, que comenzó con la llegada de las autoridades locales acompañadas por la banda municipal de música. Le siguió la misa concelebrada en la que participaron numerosos sacerdotes.

Las ´carreres de joies´ este año contaron con la participación de niños y madres y, una vez más, la Obreria Amics de la Victòria deleitó a casi 300 comensales ( este año también sobró arroz) con unos generosos platos de paella, al tiempo que con la venta de los tiquets para su consumición se recaudan fondos para financiar las obras de restauración de la Ermita y su hospedería.

Tras la comida la alcaldesa Coloma Terrasa dirigió a la Banda Municipal de Música. Un gesto que probablemente surgió por casualidad y hoy ya es tradición, como la visita de los músicos a las cocinas, donde las vibrantes notas de conocidos pasodobles pone a todos el vello de punta.

Cuando la fiesta llega a su fin, es hora de tomar posiciones en las gradas del ´ballador´ para comprobar que se da cumplimiento a una última tradición: ahora será la alcaldesa quien deberá bailar al son que marque la banda municipal. Y así es. Se interpretan piezas conocidas y fáciles de seguir por los bailarines tímidos o noveles. La lluvia de avellanas y caramelos endulza y aviva el adiós a una jornada que sobrevive a las inclemencias del tiempo y al calendario de la UEFA.