Las farmacias de la Serra de Tramuntana no son ninguna excepción respecto al estado en que se encuentran muchos de estos negocios del resto de la isla. Fornalutx y Deià son dos ejemplos de farmacias rurales que se encuentran literalmente asfixiadas por la deuda contraída por la administración. Mariàngels Balaguer es la titular de la farmacia de Fornalutx. En sus cuentas encuentra a faltar el pago de las medicinas por parte del Govern de los últimos tres meses del año 2011. "Por suerte en lo que va de 2012 la administración paga al día". El hecho de estar en un pueblo pequeño y, por tanto, tener una clientela limitada "la rentabilidad de las farmacias está en peligro por los impagos del Govern", asegura Balaguer, quien sostiene que "las consecuencias están aún por venir cuando en un año algunos de estos establecimientos tengan que cerrar sus puertas". La falta de recursos "nos impide trabajar como debiera en lo que nos hemos formado", un hecho que se ha visto agravado "por el lío de la receta electrónica". Para el facultativo de la farmacia de Deià, el licenciado Carlos Paredes, la situación actual se resume en que "nosotros subvencionamos el estado de bienestar" porque la administración no les paga con regularidad las medicinas que se dispensan con receta médica. Paredes recuerda que para sobrevivir "hemos tenido que acudir a los bancos y los intereses nos están comiendo a todos los farmacéuticos" a pesar que "a la gente le trae sin cuidado nuestra situación a pesar que nos dedicamos a despachar unos productos que son de primera necesidad". "Aguantaremos hasta que podamos pese a estar obligados por ley a subministrar las medicinas a los pacientes, cosa que es inaudito en otros sectores".