Si hay que empezar por el principio, la historia retrocede hasta 1968, año en que el ayuntamiento de Manacor proyecta e incluye en sus normas urbanísticas la prolongación de la calle de Sant Lluís para enlazar, a unos 5,60 metros de altura sobre el mar, las dos zonas habitadas de Porto Cristo y evitar de esta manera las curvas que hasta entonces servían para sortear el entrante de agua conocido como Cap des Toi o es Riuet.

Ocho años después, en 1976, se empieza a edificar una finca de cuatro plantas junto a la vía, que pese a no someterse a retranqueo programado en un principio por las normas, recibe el consentimiento y el documento de final de obra de la Sala y sus celadores. Curiosamente, los expedientes y planos de la finca (denominada también Cap des Toi), desaparecieron hace unos años de forma misteriosa de la delegación de Urbanismo local.

Ya en 1999, una vez la situación parece normalizada y el posible puente elevado olvidado, el Ayuntamiento decide modificar el proyecto preexistente en los sesenta y ampliarlo hasta los 7,50 metros de altura por 11 de ancho. La nuevas necesidades, el turismo cada vez mayor que desea llegar a las Cuevas del Drach y los intereses comerciales, hacen necesario descongestionar el molesto tráfico estival que padece el núcleo y dar una alternativa a la vetusta conexión preexistente cerca del puerto romano.

En 2003 dan comienzo las obras, con un presupuesto de 1,1 millones de euros asumidos a por igual por el Ayuntamiento, el Govern y el Consell de Mallorca. Cuando se aproxima el verano de 2004 se inaugura la infraestructura, no sin la promesa del Consell se incluirlo en su Plan de Carreteras para que todo quedara legalmente constituido. No fue así, y de hecho, aún no lo está.

Desde entonces los hechos se han precipitado a trompicones. Los vecinos más afectados por las ingerencias del puente (algunos no pueden abrir la ventana y les invade parte de la terraza), demandaron al Ayuntamiento. Tras capítulos favorables, el TSJB decidió hace cuatro años condenar al Consistorio a la demolición total. Manifestaciones y multas después, el final parece cerca.