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Palma a Palma

Pequeño comercio

Pequeño comercio

Sin darme cuenta, he ido desarrollando una afinidad electiva. En los últimos tiempos, casi de una forma inconsciente, me decanto por los comercios monogestionados. Es decir, aquellos que se basan en el trabajo de una sola persona.

Vivimos una época de despersonalización acelerada. Grandes franquicias, sellos comerciales que se repiten aquí y en muchas otras ciudades. Locales a veces con mucho personal y mucha alharaca, pero en el fondo con mal rollo y descontento latente. Signos de este maquillaje cultural y social que se emplea para disimular muchas veces la desigualdad y la explotación. Uno no se da cuenta inmediatamente, pero lo acaba registrando. Y se encuentra incómodo.

Tal vez por ello, huyo de los establecimientos más grandes. Y encuentro un refugio perfecto en los comercios llevados de forma sumamente artesanal.

Me declaro fan de un pequeño café de la Rambla, regentado por solo una persona que hace la compra, atiende, cocina. Y es capaz de combinarlo todo sin perder la simpatía. Cuando entras allá, sabes que contribuyes aunque sea en pequeña medida a que ese negocio sea posible. Sientes esa antigua sensación de estar un poco en casa.

A veces, me refugio en otro pequeño café de la calle Eivissa. Aunque no tiene ningún lujo, lo posee todo. El propietario, que también está solo, te trae la bebida con unas aceitunas. Habla contigo. Te saluda como si fueses de la familia.

Cuando he de comprar algo de espartería, vuelvo a la tienda sobre la que viví. Es tan pequeña que no podría tener dependientes. "El pequeño comercio se muere", me dice la encargada con tristeza. pero poco después saca el móvil para enseñarme unas fotos de su guapa nieta.

La obsesión por el dinero y las ganancias fáciles ha hecho que se olviden los valores humanos. Aquello que ha sido la base de la relación humana desde la época de las caravanas y los oasis. Que somos personas. Y el dinero no sustituye ni a los sentimientos ni a la bonhomía.

Ojalá algún día lo entiendan nuestras instituciones y ayuden un poco a esos náufragos de la humanidad. Perdidos hoy en el océano de la avaricia y la despersonalización.

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