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Mujeres de hoy

Cristina Isern Cirerol: "Mi primo Mateo Isern no se cuidó por ser alcalde, siempre lo hizo"

"Cuando maquillé a Isabel Preysler parecía que estaba pasando un examen, me hizo sudar tinta china"

Cristina Isern Cirerol, en su estudio en la plaza de España, en el edificio de Bennazar. Manu Mielniezuk

Mecano convirtió el "sombra aquí sombra allá" en un himno que cantó la España recién salida del oscuro franquismo. Maquillarse como acto que nos acompaña de antiguo, a lo largo de nuestra vida y hasta la muerte, es oficio para personas como Cristina Isern Cirerol -Palma, 1969-, quien sorprendió a sus padres al decirles: "¡quiero ser maquilladora!" Agradece que la respuesta fuera de apoyo, sobre todo porque, tal y como cuenta ella: "procedo de una familia de empresarios, hoteleros y, por tanto, jamás se hubieran imaginado a una maquilladora entre ellos". Eso sí, el padre fue tajante. "Si te vas a dedicar a esto, hazlo bien".

A los 29 años se fue a Madrid, donde aprendió "con el mejor, Juan Pedro Hernández, jefe de maquillaje de Televisión Española". Se aplicó tanto que la pupila se convirtió en persona de confianza del maestro. Por sus manos han pasado los rostros de actrices como Ana Belén, Ángela Molina, actores como Imanol Arias y, ya en Palma, la mismísima Isabel Preysler. "¡Sudé la gota gorda!", cuenta. Ahora que algunas afamadas del mundo de la farándula como Penélope Cruz y Salma Hayek han posado al natural, sin una gota de maquillaje, Cristina considera que "no será moda, sino tendencia. Son guapas y me parece correcto".

-Si se llega a la rebelión de las famosas frente al maquillaje, ¡será su ruina!

-(Risas. Cristina ríe a menudo, con una risa blanquísima, contagiosa). ¡No, qué va! Creo que lo más delicado es la competencia desleal, gente que no tiene ni idea y se presentan como profesionales. Eso hace daño al oficio.

-¿Maquillar es manipular la verdad de un rostro?

-No. Maquillar es sacar de cada persona lo que tiene bien y disimular lo que no está tan bien. Cuando maquillo a alguien, mi finalidad es dar luz, que la tez esté limpia.“Es cierto que pintarse los labios rojos es terapéutico, hace que no veas la vida tan triste”

-Por decirlo en plan eslogan: ¿No hay persona fea sino 'mal arreglada'?

-En todas las personas hay algo. Como trabajo principalmente con mujeres, diré que en todas hay algo a lo que se le puede sacar partido. Lo fundamental es la tez, le doy mucha importancia al óvalo de la cara.

-Con perdón, pero cuidarse ¡sale por un ojo de la cara!

-No necesariamente, es importante cuidar la alimentación, estar hidratados, hacer ejercicio y, sí, utilizar las cremas correctas. Yo creo en ellas.

-Un estudio reveló que la mejor crema de cara era la que vendía un conocido supermercado y que además era la más barata. ¿Qué tiene que decirles a los supuestos investigadores?

-Seguro que sus estudios son fiables pero cuando yo uso una crema de 200 euros, al ponérmela, mi piel nota que es un bálsamo, pero comprendo que no todo el mundo puede gastar ese dinero. En estética es más importante la constancia, el día a día. En mi opinión, seguir el proceso de desmaquillarse, hidratarse, nutrirse de manera habitual es mejor que una operación. Y más económico.

-Dígame que lo que veo es natural y que no ha pasado por quirófano.

-Ni me he operado ni me he puesto botox. Creo en las arrugas. No quiero estar tiesa. Un rostro con arrugas tiene vida, eso sí, hay que protegerse mucho del sol. Siempre digo que prefiero una cara con arrugas pero que sea limpia, que esté iluminada. La genética ayuda mucho pero hay que cuidarse, obviamente. Dicho esto, no estoy en contra de quien se opera, pero no me gustan los clones. Tengo clientas de 70-80 años que se cuidan de una manera constante y de forma natural. Cuando las veo pienso, de mayor quiero ser como ellas.

-Isabel Preysler ha sido, quizá aún lo sigue siendo, el espejo en el que muchas mujeres se han mirado. Usted la ha tenido entre sus manos, ¿algo qué decir?

-La maquillé hace 20 años cuando vino a Mallorca a la boda de la hija de Cristina Macaya. La tenía que maquillar Juan Pedro, pero él estaba en Portugal y me pidió que le sustituyera. Cuando yo la maquillé ya estaba operada. Tiene unos ojos muy bonitos pero la forma de su boca no me gusta, no es bonita. Ha sido la persona más difícil que he tenido que maquillar porque era tremendamente exigente. Muy educada, eso sí, pero parecía que estaba pasando un examen, cada línea que yo le ponía, ella paraba, me pedía un espejo y estudiaba lo que le había hecho. ¡Sudé la gota gorda!

-¿Ha maquillado a la reina Letizia?

-No, pero en su manera de maquillarse se nota que viene de Televisión Española, donde como ya te he dicho creó escuela Juan Pedro. Cuando estuve con él, se me ocurrió utilizar, además del corrector en el ojo, una línea verde porque neutraliza el rojo que surge cuando uno está cansado. Soy conocida por este recurso, que se utiliza mucho y Letizia sigue haciéndolo. Es verde botella.

-Usted es prima del exalcalde Mateo Isern. ¿Se cuida mucho o es 'postizo'?

-Él siempre se cuidó, no solo cuando fue alcalde. Es guapetón y se ha arreglado siempre.

-Ponga nota al aspecto exterior de los políticos. ¿Se cuidan?

-Se han de cuidar más porque son personajes públicos y tienen que dar una buena imagen. Les pongo un 5 rascado por no suspenderles. No me gusta nada cómo van los de Podemos porque hay momentos para todo, pero en el Congreso tienes que ir acorde al lugar. En mi opinión es una cuestión de respeto.

-¿A usted le gusta más el aliño de Ciudadanos?

-Sin duda, repito, es una cuestión de respeto.

“Los políticos no se cuidan, ¡les pondría un 5 rascado si tuviera que ponerles nota!

-¿Se cuida la mallorquina?

-(Cristina tuerce el gesto). Cuando regresé a Palma, y tras trabajar en Madrid, donde sus mujeres se maquillaban hasta para ir a cenar, pues si comparo, debo decir que las mallorquinas no se cuidan mucho. Ahora está cambiando, pero en los 90... Recuerdo en Madrid que una clienta llegó para maquillarse y apareció con un tocado increíble. Le pregunté si iba a una boda, y me contestó, que no, que iba así a los toros. La clientela madrileña era muy exigente. La mallorquina es más clásica, es de ponerse joyas antiguas, heredadas.

-¿No cree que estar tan pendientes del aspecto exterior es una esclavitud?

-Como en todo, es una cuestión de medida, pero yo opino que cuidarse es un acto de amor hacia uno mismo y es también un gesto de amor hacia los demás. Mi marido cuando me ve arreglada me da las gracias por cuidarme. Además, en tiempos de crisis, ya sabes, labios rojos. ¡Ves el mundo de otra manera, es terapéutico!

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