La repostería conventual toma asiento en el Centro de Historia y Cultura Militar que por sexto año cede su claustro a una serie de órdenes y entidades benéficas para vender algunos de sus manjares. Es el Jai de Nadal 2016.

Los dulces de las monjas clarisas, o de las religiosas del convento de Santa Magdalena, o las mermeladas y confituras de las Benedictinas de Manacor recuperan en su mayoría recetas tradicionales de la repostería mallorquina, algunas de ellas centenarias.

"Es un saber que permanece en el convento. Muchos de los productos que vendemos aquí y también en Santa Clara son dados por señoras mallorquinas, que a su vez proceden de recetas de sus abuelas", señaló Marta Callís, mandadera de las clarisas.

Entre sus dulces, aparte de las galletas que ni en Navidad dejan de hacerse, están los postres propios de estas fechas como mazapán y yemas tostadas. En los últimos años se ha incorporado, y con mucho éxito, el turrón de cacao.

Sonia Hernández atiende el puesto con manjares del convento de las Canonesas Regulares Lateranenses de san Agustín. Ella es la hermana de una religiosa. Sobre la mesa, almendritos a 6 euros, cocas de turrón mallorquín y fuera de época, "pero muy solicitado", apunta Hernández, la coca de plátano, "súper buena", añade la hermana de sor Pilar. "Todas las monjas de esta comunidad son buenas reposteras", asegura.

En el claustro del hospital militar la mañana empieza tibia. Es por la tarde cuando el ambiente navideño se vive intensamente. Jeanette Jaume, voluntaria de Manos Unidas, vende artesanía. Ella no comprende cómo algunas cosas que "son muy baratas, a poco más de un euro, no se venden". En su puesto hay artesanías, sobre todo de bordados.

Ramon Cassanyes es otro de los voluntarios que durante estos días acude a vender los productos de repostería navideña. Él ofrece las mermeladas y confituras de la Benedictinas de Binicanella que están en Manacor.

El convento está habitado por tres monjas, de sesenta, setenta y ochenta y dos años. "Sus mermeladas son muy buenas, y muy variadas", indica este hombre nacido en Barcelona. Destacan las hechas con las frutas de la época como la granada, la naranja amarga, el limón, la pera. También "están muy solicitadas las olivadas", porque no solo de azúcar vive el hombre.

Edurne Ruiz regenta el puesto como voluntaria castrense del Mater Misericordia, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad. "Es el cuarto, o quizá quinto año que venimos al claustro de Santa Margarita. Nos gusta mucho el ambiente que hay aquí", cuenta la voluntaria. Entre sus productos, hechos por los niños, destacan los textiles y los dulces, algunos de ellos con guiño incluido.

"Está el chorizo chocolate, que hacen los críos con chocolate, nueces y galletas María, y tiene forma de embutido. Por eso, si no lo sabes, al comerlo te llevas una sorpresa mayúscula porque no te imaginas que es dulce", cuenta. Este año se ha elaborado el aceite de Es Convent. Se vende a 9 euros el medio litro y es a base de aceituna arbequina. Las carmelitas descalzas, el monasterio de la Purísima Concepción y la Hermandad Humildad y Paz también venden sus productos.