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Sa Torreta

Palma, sucia y desconchada

Cort no la cuida con esmero.

Palma está perdiendo brillo. Y no se trata de una referencia a la ausencia del oropel que daban a la ciudad los antiguos festivales con las primeras figuras del jazz o del teatro. Ni siquiera a la renuncia a las estrellas que antes poblaban el firmamento de la verbena de Sant Sebastià.

Palma se está desconchando. Y no se habla aquí de los edificios privados cuyas fachadas son la mala imagen de la ciudad. Edificios del casco antiguo y del Eixample, unos sólidos con siglos a sus espaldas y otros que apenas han resistido unas décadas a causa de la deficiente construcción de los años sesenta.

Palma está sucia. Sí, todos los ciudadanos tienen la visión de las latas y papeles tirados por el suelo y trastos abandonados por individuos incívicos. Las papeleras y los contenedores están desbordados demasiadas veces, algo intolerable en una ciudad volcada en el turismo.

Palma está deteriorada. Y la cosa no va con el mobiliario urbano roto ni con las luces de la muralla que no se reponen, ni siquiera con las papeleras quemadas ni las baldosas quebradas de las aceras.

Todas estas referencias, que pueden atribuirse a la ciudad en su conjunto, se concentran metafóricamente en una de las esculturas icónicas de la capital: Palma, de Josep Maria Llambias. Está en el Passeig Sagrera desde 1990 y miles de turistas se fotografían a diario junto a ella. Reenvían la imagen de sus teléfonos móviles como prueba irrefutable de que han estado aquí.

Pero el Ayuntamiento no siente por Palma la misma devoción que demuestran nuestros visitantes. El color rojo brillante original se está apagando. En la parte inferior se ha ido la pintura y ha asomado el óxido. Los desaprensivos la han llenado de pegatinas sin que ninguna brigada municipal se moleste durante semanas en despegarlas. Palma, la ciudad y la escultura, se merecen por su prestigio, por su belleza y por su popularidad un mejor trato por parte del Ayuntamiento. La dejadez municipal hacia la escultura es una metáfora de la falta de atención al detalle que se practica en toda la ciudad.

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