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Parecidos irrazonables

Parecidos irrazonables

Muchas veces colocamos dentro de la carpeta "Casualidad" muchas cosas inexplicables. Hay quien justifica los azares o los presentimientos por realidades ocultas. O quien simplemente los desautoriza. Pero haberlos, haylos.

Un fenómeno similar es el relacionado con los parecidos imposibles. Resulta que, por quién sabe qué razón, un día te cruzas con alguien y piensas: "Vaya, este tío se parece mucho al portero de la antigua casa de mis padres". Y poco tiempo después, vas a una tienda. ¿Y qué aspecto tiene el dependiente? ¡El del portero de mis padres!

La segunda coincidencia dispara las alarmas. A partir de ese momento, cualquier desconocido con el que te cruzas tiene la cara, los ademanes, la silueta del mítico portero.

¿Qué ha ocurrido?

Porque no siempre ello significa que, un tiempo después, aparezca el susodicho portero por alguna esquina. A veces las coincidencias son significativas, es decir que parecen expresar un mensaje. Pero en muchas otras ocasiones no tienen trascendencia alguna. Nada te permite explicarlas de una manera trascendente.

¿Qué produce esos parecidos irrazonables? ¿Es nuestra propia mente que deforma la realidad, la adapta fantasmáticamente a unos recuerdos del pasado hasta convencerte? ¿O efectivamente se produce una acumulación estadística de gente similar por alguna razón que desconocemos? ¿O es que en el fondo todos somos parecidos y el problema es que no siempre lo sabemos discernir?

Cuando se produce un episodio de este tipo, siempre te intranquiliza un poco. Porque crees que puede ser un augurio, o una remergencia del pasado, o quizás el anuncio de algo que ha de suceder y que no puedes adivinar.

La realidad, por más que nos queramos convencer de lo contrario, sigue siendo misteriosa.

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