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Can Pujol sobresale en Santa Catalina

El inmueble de la calle Pou construido en 1904 y declarado Bien Catalogado simboliza el modernismo popular del barrio marinero y, tras una compleja y cuidada rehabilitación, está a la venta por casi cinco millones de euros

Hay barrios donde pasear con la mirada alta ofrece agradables sorpresas, como caminar por la calle Pou de Santa Catalina para encontrar entre las edificaciones tradicionales una fachada que sobresale de las demás. Se trata de Can Pujol, un inmueble de 1904 recién rehabilitado y que fue declarado Bien Catalogado hace más de una década porque es un símbolo del modernismo popular en el antiguo arrabal marinero de Ciutat, con permiso del edificio donde se encuentra la ferretería La Central, a unos 200 metros de allí y que merece los mismos honores.

El triángulo del Art Nouveau en esta zona de Palma se completa con el Hostal Cuba, cuyo autor es el de Can Pujol, el maestro de obras Gaspar Reynés. Levantó el inmueble de Pou en una época en la que el barrio empezó a crecer y donde varias de las edificaciones se sumaron al estilo modernista, tan de moda a principios del siglo pasado. La ornamentación de la renovada fachada del número 24 refleja esa tendencia y "es lo más destacado del edificio y la razón por la que fue protegido por el Consell en el año 2005", tal como especifica el arquitecto Antonio Pérez-Villegas, quien participó en la fase final de la reforma con la instalación del ascensor.

Tras una compleja y cuidada rehabilitación -bajo supervisión de un restaurador y un historiador del Arte-, ahora Can Pujol está en venta por casi cinco millones de euros. "No es una propiedad que uno adquiere por el número de metros cuadrados, sino por su valor patrimonial", en palabras de Carin Isgärd, la responsable de la agencia inmobiliaria Buy a Home Mallorca, que gestiona la venta del edificio en exclusiva.

A la espera de un interesado en los más de 500 metros cuadrados de Can Pujol -está dividido en tres viviendas-, Isgärd detalla que la dueña es Carola Büchler, una inversora alemana que frecuenta la isla y a quien "le entusiasma buscar, comprar y rehabilitar edificios de gran calidad arquitectónica con un estilo auténtico e interesante, que se refleje en los detalles", como los que tiene Can Pujol, por ejemplo la ornamentación de la fachada, las columnas y arcos del interior, las dos chimeneas, las barandillas de hierro forjado de los balcones y la carpintería de los ventanales y puertas. No hay que olvidar las baldosas hidráulicas originales, que también están protegidas por Patrimonio del Consell, por lo que "tuvieron que ser retiradas una a una y después se volvieron a colocar. Como algunas estaban rotas, la empresa especializada Huguet Mallorca realizó nuevas baldosas exactamente iguales que las primeras", explica Isgärd.

El arquitecto Pérez-Villegas se centra en la fachada e incide en su "gran interés por la configuración formal. Es lo que se conoce como fachada póster, que reúne todas las características propias del estilo modernista, ya que el resto de la edificación es como las tradicionales de la zona". Destaca asimismo "los ritmos de los huecos y los remates superiores, que obligan a dar más altura a la construcción para mantener una proporción adecuada. De este modo, se logra un mayor empaque".

Sobresale no solo por su mayor altura respecto a los inmuebles que lindan con Can Pujol, sino por representar "un subestilo que, aunque lógicamente influenciado por el modernismo burgués, adquirió unas características de gran originalidad", tal como describe el libro El Modernismo y su tiempo, de Miquel Seguí Aznar. Este estilo más popular acabará en manos de quien pueda pagar su valor.

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