La casa tradicional de Gènova en la que residió el compositor Manuel de Falla corre peligro. Este inmueble situado en la calle Rector Vives número 47 sirvió de tranquilo refugio al importante autor de El Amor Brujo, en el que vivió durante largas temporadas, pero ahora la conocida como Can Mulet d´abaix está en obras y la asociación proteccionista ARCA teme que sea derribada. Por este motivo, hoy exigirá a la Gerencia de Urbanismo que la catalogue, no solo por su valor "paisajístico y arquitectónico", sino también por la importancia histórica de la vivienda.

Por el momento, las obras han consistido en vaciar el interior, que parecía ocupado; retirar la carpintería, como se observa en el exterior; y derribar una parte de la pared de piedra que rodea el solar, una demolición que se ha efectuado sin licencia, tal como denuncia ARCA. Esta actuación se ha realizado para introducir una máquina excavadora, lo que ha alarmado a la asociación, que ya ha informado al concejal y al gerente de Urbanismo de Cort, Antoni Noguera y Joan Riera, de la destrucción. Les pide actuar "para hacer cumplir la legalidad y evitar una demolición sin licencia". El valor patrimonial de Can Mulet d´abaix también será debatido hoy con el objetivo de preservarla, ya que la comisión de Centro Histórico y Catálogo no ha dado importancia al inmueble, tal como critica ARCA.

Descrita en un libro

La entidad proteccionista cita el libro Manuel de Falla en la isla, de Joan Maria Thomàs Sabater, para dejar constancia de que el conocido compositor residió allí a partir de febrero de 1933. Falla estaba delicado de salud, por lo que buscaba una casa tranquila, sin ruido y confortable. Además de describir su vida aquí, el libro detalla cómo era el tradicional inmueble de Gènova: "Bajó del coche con su hermana junto a la doble escalerita que subía hasta el piso formando ángulo bajo el pequeño y gracioso soportal [...]. A la izquierda del pequeño recibidor estaba la cocina. El comedor, alegre y con salida a la terraza, quedaba en el centro y hacía las veces de salón, como en todas las casas de aquel tipo isleño propio para el verano".

"Cuando hacía buen tiempo -relata-, nos asomábamos a la terraza para contemplar la esplendorosa caída de la tarde en la bahía a los pies de la refulgente montaña de Randa. Era entonces cuando el castillo de Bellver se ponía tan rosado y transparente que "parecía tener luz dentro de las piedras", como bellamente decía él", según escribe el autor en referencia a Manuel de Falla.