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Mensajes de electrodomésticos

Mensajes de electrodomésticos

Nos rodean los aparatos. Ellos se encargan de gran número de las tareas domésticas. Ocupan lugares de preferencia en las casas. Cumplen con sus obligaciones mientras nosotros llevamos nuestra vida, ajenos a ellos. Hasta el momento en que quieren hacerse notar.

Podríamos escribir un largo tratado sobre los ruidos de las neveras. Que por la noche parecen entregarse a soliloquios y gemidos desperezantes. También los calentadores eléctricos, generalmente tan discretos e inadvertidos, adquieren de repente vida. Y nos deleitan con extraños conciertos.

Últimamente, el calentador del cuarto de baño se ha hecho ornitólogo. No sé por qué razón, a determinada hora de la madrugada se entona y comienza a hacer gorgojeos. Primero suaves, como si estuviese incubando una camada de pollitos. Luego, al parecer, se anima y profiere un canto largo, telúrico y aflautado. Como esos pájaros salvajes que rondan por la sabana.

A medio sueño, apenas tengo tiempo para reflexionar. Y me extraño que, no habiendo gasto de agua caliente en esas horas tan tempranas, las resistencias se pongan en marcha. Pero es un pensamiento volátil, porque enseguida me vuelvo a dormir. Mientras el calentador sigue con su "baile de los pajaritos".

¿Se llega a contagiar un ápice de vida humana en esas máquinas que nos hacen compañía? ¿Llega un momento en que la lavadora, el calentador, la nevera, quien comunicarse contigo? ¿Nos están pasando mensajes secretos que nosotros, erróneamente, atribuimos al azar de sus mecanismos?

A veces te parece distinguir acentos humanos, incluso cariñosos o suplicantes, en esos gemidos mecánicos. Sobre todo en la alta noche, cuando los electrodomésticos parecen más desinhibidos.

¿Tendrán sentimientos las neveras y los calentadores?

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