Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

La calle del mar

El característico arco de acceso a la calle del Mar desde la plaza de la Reina.

En todas las ciudades existen diferentes tipos de calles. Las hay monumentales, comerciales, residenciales. Las hay feas, con encanto, unas alegres y otras tristes. Mientras que en algunas se aprecia mucha actividad por las mañanas, en otras sus transeúntes aparecen durante la noche. Luego están las calles en las que siempre, con mayor o menor intensidad, uno encuentra ajetreo. En Palma hubo varias calles de este tipo, una de ellas debió ser la calle del Mar.

Hace años que Diego Zaforteza nos desveló los orígenes medievales de esta vía pública y más recientemente ahondó en su estudio la profesora y medievalista Maria Barceló a través de su trabajo El raval de mar de la Ciutat de Mallorca.

Para acceder a la calle por su parte septentrional, la que confluye con la plaza de la Reina y la calle de los Apuntadors, se debe atravesar una antigua puerta de la muralla construida por los almorávides. Bab al-mudi (Puerta del Almudí), así la bautizaron, aunque posteriormente fue conocida como Puerta de la Gabella de la Sal. Aunque muy deformada por las construcciones adosadas al cuerpo original, esta puerta es uno de los mejores ejemplos de construcción islámica conservada en Palma y uno de los pocos restos visibles de la antigua muralla de Madina Mayurqa. Ya se ha comentado en otras ocasiones que, en esta zona, dicha muralla no llegaba hasta el mar, sino que desde esta puerta -alejada varios centenares de metros del muelle- se elevaba paralela a la calle Apuntadors hacia el punto más alto del Puig de Sant Pere (actual calle Pólvora). Por lo tanto, la calle del Mar, al igual que las calles de Sant Joan, Jaume Ferrer, Boteria, Remolars, Vallseca€, hasta el siglo XIV estuvo fuera del recinto amurallado de la ciudad. Este pequeño conjunto de calles y casas extramuros era conocido como el "raval de mar", cuya vía principal era precisamente la calle del Mar. La historiografía actual apunta que fue el rey Jaime II quien impulsó la prolongación de las murallas hasta el borde del mar, quedando de esa manera el raval integrado dentro de la ciudad fortificada.

Por lo que hace a la denominación de la calle, en la lejana fecha de 1239 ya existía como acceso principal al mar (carraria publica maiore que itur ad mare), y en 1297 ya se la conocía como el carrer Nou de la Mar. De todas formas, también fue denominada como calle de la Gabella de la Sal (o Gabella Vella de la Sal). Tal como recoge el diccionario Alcover-Moll, la gabella (gabela en castellano) era un impuesto que se cobraba sobre la compra o venta de ciertos artículos de primera necesidad (vino, aceite, sal, cereales€). Estos productos se almacenaban en unos edificios que se denominaban alhóndigas, y que en Palma fueron conocidos sobre todo con el nombre de alfondecs o almudís. La existencia de estos alfondecs era consustancial con los puertos de las ciudades. Estos edificios eran auténticas zonas francas destinadas al comercio con el extranjero, y en las cuales "los mercaderes de otros países encontraban mesón, depósito de mercancías, cuanto fuera menester, y respeto y consideración para sus personas y creencias". El alfondec era lugar inviolable, donde no se podía entrar sin autorización del cónsul del país respectivo. Durante los siglos XIV y XV, período de esplendor del comercio mallorquín, los insulares tuvieron alfondecs repartidos por los principales puertos del Mediterráneo, mientras que en Palma los tuvieron los tunecinos, pisanos, genoveses y demás potencias comerciales de la época. Según Zaforteza, estos alfondecs existieron hasta el siglo XV, momento en que fueron substituidos por los mesones y las hosterías.

Sabemos que en la calle del Mar hubo el alfondec d´en March, el alfondec d´en Berga o el alfondec d´en Roig, aunque el más grande y conocido fue el Almudí, un almacén que dependía de la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca. Hubo muchos más repartidos por todo el raval de mar. Incluso una de sus calles fue conocida con el nombre de Els Alfondecs.

El Almudí se encontraba justo después de atravesar la antigua Bab al-mudi, a la derecha. Hoy pueden considerarse ambas edificaciones, puerta y almudí, las más singulares de la calle. Del antiguo almacén, en su sobria fachada destaca una ventana medieval geminada y un portal de medio punto de considerables proporciones. Actualmente acoge dependencias administrativas del Ministerio de Defensa, pero durante muchos siglos fue el Parque de Artillería y en época medieval fue usado y conocido como Almudí. En este lugar se depositaba y guardaba la sal. En la documentación de los siglos XV y XVI la manzana de este edificio aparecía con el nombre de "ylla del Almudí" o como "ylla de la botiga de la sal".

En su Historia militar de Mallorca, Fernando Weyler nos recordaba que en el siglo XVI, el Almudí todavía existía, aunque desde el siglo XV también se utilizaba como almacén de algunas piezas de artillería. "Así se fue creando un establecimiento que tomó el nombre del Redres de la artillería, como si dijéramos aderezo, y ahora maestranza, donde se trabajaba el material del arma, y el que a veces llegaba a cantidades respetables". De esta manera, en pocos años se convirtió en el Parque de Artillería.

Otro edificio singular que existió en esta calle fue el oratorio de Sant Elm. Estaba situado justo en el extremo opuesto de la Puerta de la Gabella de la Sal, en la esquina con el paseo de Sagrera. Fue construido en 1624 por iniciativa del gremio de mercantes -que tenían a san Telmo como patrón-. Tras la desaparición de los gremios el oratorio tuvo diversos destinos. En el siglo XX se había convertido en una taberna conocida con el nombre de Caballo de Mar. Fue desmontado en 1947, al tener que ocupar su solar el nuevo edificio de la Comandancia de Marina, y fue reconstruido en el Club Náutico de Palma.

Como se puede suponer, fue ese contacto con el puerto, ese ir y venir de marineros, viajeros, mercaderes, fueron los talleres de oficios relacionados entonces con el mar (boteros, sastres, carpinteros€), fue la existencia de los alfondecs y los hostales y mesones€ Fue todo ello lo que convirtió a la calle del Mar en una de las más ruidosas y de mayor ajetreo de Palma durante siglos.

Este es el ambiente con el que se debieron encontrar Frederic Chopin y George Sand cuando el 8 de noviembre de 1838 arribaron a Palma a bordo de El Mallorquín. Su primer contacto con la ciudad fue el puerto y la calle del Mar. En esa calle se alojaron en uno de los vetustos hostales existentes, aunque solo soportaron hospedarse allí dos días, pues no consiguieron adaptarse al jaleo que allí se vivía, especialmente al estruendo de los martillazos que producían los boteros a pie de calle. Una placa cerca de la Porta de la Gabella de la Sal recuerda la estancia del músico polaco y de la escritora francesa en la calle del Mar.

(*) Cronista oficial de Palma

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