El calor le hizo quitarse la camisa. La dejó airearse sobre unas ramas de arbusto mientras le daba fuerte a la lápida. "Cada año limpio la tumba y el día de Todos los Santos traigo las flores", contó Manuel Jacinto Fernández. Con el torso desnudo, el hombre desmentía que fuera muy creyente; "en los muertos, sí creo". Lección de filosofía en el camposanto. ¿Dónde mejor?

Son Valentí ya amaneció engalanada. Los más tempraneros ya habían dejado sus macetas de crisantemos la jornada previa, aunque ayer fue se tocó a rebato: tocaba limpiar, arrojar al cubo las flores marchitas, renovar los cubiletes con las nuevas ofrendas. Al filo del mediodía, el cementerio cobraba vida.

A su entrada, unas pomposas banderolas de la Empresa Funeraria Municipal daban la Bienvenida. "Vocación de servei", se leía. ¡Ni en campaña! Un vendedor de cupones alargaba la suerte. Unos trabajadores de Emaya se paseaban con el carrito de limpieza.

El lavado de cara a la última morada es tarea unisex conforme pasan los años, aunque suelen ser las mujeres las que mayoritariamente ejercen de servicio de limpieza y arreglos florales en los días de honra a sus muertos.

Una mujer se quejaba al llegar al nicho familiar. "Siempre nos ponen cosas que no son nuestras", decía mientras sus acompañantes iban retirando las flores de tela que no eran de sus muertos. Muy cerca, una gitana mayor hablaba con los suyos, y otra más joven desaconsejaba a su acompañante "tocar nada".

Desde un simple clavel, una de las flores de ofrenda a los difuntos más habituales porque son económicas, a erguidos gladíolos. Muchos transportaron sus flores en carritos, tal era la abundancia. Este año se ven más rosas rojas que el pasado año. Será que la supuesta bonanza ha alcanzado también a los fallecidos.

Cort había aconsejado acercarse a pie o utilizar el transporte público. La consigna se cumplió porque desde las distintas entradas al principal cementerio de Palma se veía llegar a los ciudadanos a pie. El acceso en coche se dejó para los más mayores o también para aquellos que iban cargados de flores. Otros agarraron el carrito de la compra en un inusual supermercado. Una madre le relataba cronológicamente y sin despistarse la lista de los familiares muertos. El hijo caminaba a su lado, con la cabeza gacha, como el hombre que se tapaba el rostro con la boina mientras le daba vueltas al bastón sobre el que apoyaba las delgadas piernas. La lápida familiar era una alfombra roja hecha de rosas.

Hoy se espera un Día de Tots Sants menos caluroso. Como novedad, habrá música y el alcalde José Hila sí rendirá tributo en el muro de la memoria.