Una vez más la capital de la isla se vuelve a colapsar cuando caen cuatro gotas. La Policía Local de Palma activó de nuevo la llamada operación Nube ante la posibilidad de que se volvieran a saturar las principales arterias de la ciudad. Y así fue desde primera hora de la mañana.

No solo hubo más ciudadanos moviéndose en coche, sino que también se sumaron los turistas que llegaron en vehículos de alquiler desde la part forana para visitar el centro histórico de Palma.

A esos elementos -habituales en los días lluviosos de la temporada alta- también se añadieron la entrada a los colegios, a los centros de trabajo y a los polígonos industriales. Y por si ya no fueran suficientes los factores adversos, dos semáforos se averiaron en el centro de la ciudad.

Los reguladores luminosos de la calle de Manacor hacia las avenidas y los de la calle de Caro a la altura de Comte de Barcelona estuvieron estropeados durante buena parte de la mañana. La unidad de Tráfico de la Policía Local de Palma se encargó de regular el paso de vehículos, lo que también sucedió en la calle de Aragó a la altura del Güell por una alcantarilla hundida. Los agentes intentaron evitar las retenciones, aunque en muchos puntos de Palma fueron inevitables.

En el enlace de la vía de cintura en dirección al polígono de Son Castelló se dieron largas colas, igual que en la calle de Aragó, la plaza de la Reina y otras vías del centro histórico.

La entrada a la ciudad por la autopista de Llevant se vio desbordada -más que de costumbre- y el paseo marítimo se colapsó desde buena mañana. Así estuvo durante horas hasta el punto de que el aparcamiento municipal de la Catedral y la avenida de Antoni Maura quedó desbordado a mediodía y tuvo que cerrar tras colgar el cartel de completo.

En las avenidas, cuando la situación parecía restablecida, un chófer de la EMT sufrió un vahído que acabó en accidente. Dos carriles de la avenida del Comte de Sallent fueron cortados en dirección norte.

Los servicios de emergencias resolvieron doce incidentes en la ciudad, la mayoría por caídas de árboles u obstáculos en la carretera.

A nivel turístico, no fue una jornada extraordinaria como muchos otros días de lluvia de verano. Los comerciantes notaron ya la menor afluencia de visitantes en toda la isla, de la misma forma que el tráfico de barcos ya se ha ido reduciendo en las últimas semanas.

Durante la mañana solo hubo un grupo de cruceristas por Ciutat: los pasajeros del Aidablu. A ellos se les sumaron a primera hora de la tarde los turistas de otro navío de recreo, el MSC Preziosa.