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Sa torreta

Paneles 'irrealistas' en la avenida Jaume III

Uno de los dos grandes muros cerámicos. MANU MIELNIEZUK

Resolver un muro lienzo es un reto para muchos arquitectos. ¿Qué hacer con una pared sin vanos que rompan la monotonía y que está expuesta a los viandantes? El problema está muy extendido en el Eixample de Palma. Al lado de un edificio de dos plantas se construye otro de diez. La pared medianera se convierte en una superficie en blanco de decenas de metros cuadrados que en algunas ocasiones copa la publicidad, y en la mayoría se queda como testimonio de los desajustes entre el plan inicial y el desarrollismo de la segunda mitad del siglo XX.

El arquitecto que construyó el edificio donde está el Hotel Almudaina de la avenida Jaume III, se encontró que debajo de las arcadas, a cada extremo del edificio, le quedaba una tela en blanco. Alguien, el propietario o el técnico, decidió que la mejor manera de resolver el espacio era con dos pinturas cerámicas en blanco y azul al estilo de los grandes murales portugueses..., aunque, hay que reconocerlo, sin el mismo nivel artístico.

¿Que no las ha visto nunca? ¿No conoce la existencia de estas cerámicas? La próxima vez que circule por debajo de la calle porticada levante la cabeza, aun a riesgo de chocar con un turista. Las dos escenas son tan parecidas como sorprendentes. En ambos cuadros aparece una payesa mallorquina con su rebosillo y sus botonades de oro en la manga. Una balaustrada ocupa el primer término de la composición. En uno de los lados de cada lienzo hay una cortina y en el otro un árbol: uno parece un almendro y el otro un frutal.

El surrealismo -si hay un mensaje oculto- o el irrealismo -si la respuesta a la mescolanza es un porque sí- quedan subrayados por la fauna que corretea entre las losetas cerámicas: cuatro monos, un gato, un guacamayo y otra ave más difícil de identificar. La flora es igual de variada: alcachofas, acelgas, cebollas, frutos que parecen naranjas y flores.

La próxima vez que circule por Jaume III alce la cabeza. Su espíritu no recibirá la energía que emana de una obra de arte maestra, pero seguro que esboza una sonrisa.

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