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Sa Torreta

El día que Palma quiso ser Islandia

Un géiser de 30 metros de altura. Diario de mallorca

Los proyectos ejecutados a medias acaban dando problemas. Es lo que ocurrió con el lago del Parc de la Mar. Se construyó la primera fase, pero no la segunda. Se perforaron unos metros y se llenó de agua. Objetivo aparentemente cumplido. El Mediterráneo vuelve a besar las murallas y el conjunto que forman la catedral y la Almudaina se refleja de nuevo en el agua. Hemos recuperado la vieja postal turística borrada por la construcción de la autopista.

Pero, en las obras públicas casi siempre hay un pero, por razones presupuestarias y técnicas no se construyó el puente bajo la autopista. Figuraba en el proyecto del grupo Zócalo, ganador del concurso para diseñar el parque tras el fiasco de la primera propuesta municipal en la que el aparcamiento de coches en superficie era el elemento más destacado. La unión del lago con el mar iba a hacer realidad el retorno del Mare Nostrum donde estuvo durante milenios y, además, iba a permitir la navegación de pequeñas embarcaciones. Pero no fue posible en 1984, cuando se inauguró el parque, ni sigue siéndolo 30 años después.

El pequeño detalle sin importancia generó un problema que si la tenía, la importancia. Las aguas estancadas se convirtieron en un foco de pestilencia y las algas llenaban la superficie.

A grandes males, grandes remedios, pensaron en el Ayuntamiento de Palma. A alguien se le ocurrió comprar un géiser artificial que aireara el líquido y solucionara el problema. Esta maravilla costó apenas 43.000 euros, alcanzaba una altura de 30 metros y a través de una boquilla de acero inoxidable de apenas 10 centímetros de diámetro movía un caudal de 208.000 litros por hora. Eso por no recordar que, en cierta forma y en lo que fue un anticipo del 15-M, hermanaba Palma con Islandia. Ocurrió a principios de agosto de 1990. Lástima que el cabildo de la catedral se quejara de que lanzaba finísimas gotas de agua salinizada contra el frágil marés de la fachada del Mirador. Lástima que el lago siguiera apestando y tan sucio como antes de que el chorro comenzara a trabajar.

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