Un siniestro al circular con una bicicleta se considera como un accidente de tráfico cualquiera a efectos de la ley. Sin embargo, la normativa estatal trata diferente a las bicicletas, ya que son causantes de un porcentaje muy bajo de siniestros de tráfico. Además, al circular a velocidades menores que los coches, las lesiones que puede causar una bici son de menor gravedad. Por ello, los ciclistas no tienen la obligación de contratar un seguro para casos de accidente.
En caso de sufrir un percance provocado por un ciclista, a la víctima le asisten los mismos derechos que en un accidente de coche. El causante debe facilitar sus datos a la víctima y ha de avisar a las autoridades en caso de haber heridos o muertos. Si ambas partes se ponen de acuerdo, el suceso se puede resolver de forma amistosa. Si el responsable se da a la fuga o no hay acuerdo entre las partes, se debe llamar a la Policía Local (si el incidente tiene lugar en vías urbanas) o a la Guardia Civil (si es en carretera o pueblos pequeños).
A la hora de redactar el atestado del accidente, los agentes tratarán la bicicleta como un vehículo cualquiera. El Reglamento General de Circulación obliga a que tanto el causante como la víctima se sometan a la prueba de alcoholemia si así lo requieren los policías. El responsable del accidente deberá pagar todos los daños y perjuicios causados, ya sea a la víctima o al mobiliario urbano.
La Policía Local recuerda que, aunque contratar un seguro para bicicletas no es obligatorio por ley, sí es recomendable. También es aconsejable preguntar a las compañías aseguradoras sí las pólizas ya contratadas incluyen protección para los ciclistas. Actualmente seguros de hogar, de coche o de moto que ya incluyen coberturas para accidentes de bici. Esta práctica de las empresas aseguradoras es habitual en otros países de la Unión Europea.
