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Palma a la vista

En la casa de Saloua

Saloua Sfar ha escrito en la pizarra del restaurante su declaración de intenciones. L.D.

En los setenta, Jaume Sisa escribió una canción, Qualsevol nit pot sortir el sol que se convirtió en una suerte de himno de una sociedad que se sacudía el moho y la caspa del franquismo. Aquella letra escrita en clave casi infantil y con una tonada pegadiza daba la bienvenida a todo el paisaje de cierta infancia: Oh benvinguts passe, passeu.

El mismo año, 1975, que el cantautor galáctico publicó el álbum y su canción mantra, nacía la niña Saloua Sfar, en París. Su padre fue el chófer del presidente de Túnez Habib Burguiba y su madre, la cocinera. Ella regenta desde 2011 A ma Maison, un restaurante en la calle Soler, en Santa Catalina, que te da la bienvenida con una declaración de intenciones escritas por Saloua en una pequeña pizarra.

No tengo un restaurante muy grande porque tengo un gran corazón. No tengo microondas o congelados porque cocino con amor y pasión. No tengo terraza porque tengo salas acogedoras. Tengo una cocina pequeña pero con platos grandes. Está abierto a todas las dietas con la misma alegría. Si decides entrar en mi casa como cliente, prepárate a salir como amigo. ¿Quién puede resistirse si encima huele a especias, a menta, a hierbabuena?

A Mallorca llegó con un velero en el que trabajó como azafata y jefa de cocina. Le gustó la isla y decidió volver de vacaciones. Se quedó porque quería aprender la lengua. Encontró trabajo de camarera hasta que volvió a hacerse empresaria: abrió su propio restaurante, A ma Maison.

"He viajado y vivido en muchos lugares, en Londres abrí un restaurante para hace dinero, viví en Estados Unidos, Suiza, pero aquí he encontrado lo que quería: un restaurante que fuera como mi casa y donde mis clientes acabaran siendo amigos", cuenta.

Su cocina es memoria de su madre pero también es aprendizaje de lo vivido. "Mi pasión es cocinar y hacer feliz a la gente. Soy curiosa, me gusta aprender cosas nuevas. Mi gastronomía es creativa y surge de dos culturas, la árabe y la francesa". A ambas les incorpora su deje que se ha cocinado en medio mundo.

A ma Maison los clientes, en su mayor parte extranjeros residentes en la isla, aunque también hay mallorquines, se van colocando en las cuatro salas contiguas de antigua casa mallorquina de planta baja con patio interior. Pintada por unos decoradores del color de la terracota, las llamadas manos de Fátima saludan. Lo que la mayoría no sabe es que el supuesto amuleto árabe es de origen judío y se llama homsa. "Yo no soy musulmana, ni cristiana, ni judía; soy budista", señala con una sonrisa que va de su mirada a su boca. "Mis padres nos educaron en la tolerancia y la apertura", dice.

Cada 22 de noviembre, llega a la isla su madre Zineb, cocina platos como la ojja o la mouliha. Saloua se mueve con "amor y pasión" en su maison, que es la de todos

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