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Palma a la vista

El hostal Perú busca estrellas

El hostal Perú podría convertirse en hotel de los llamados 'boutique'. L.D.

La fiebre de convertir edificios del centro de la ciudad en hoteles alcanza al Perú, el inmueble centenario que daba singularidad a la plaza del Banc de s'Oli en muchos sentidos, incluso aquellos que no eran del gusto común, muy delicados algunos porque convivimos mal con la prostitución cuando la tenemos de vecina.

El hostal Perú ha sido durante años la cama de las prostitutas de la plaza y calles cercanas. Su aspecto demacrado, roto, vencido, era una metáfora de algunas de las historias de estas mujeres que peinan canas. Mientras aguardan la llegada del cliente charlan de cosas corrientes, de pagar facturas, de la compra que no han podido hacer, del precio de la luz. Una vez se le escuchó a una decirle a la otra: "Te lo juro por mis nietos". ¿Qué mujer se imagina a sí misma prostituta y además prostituta vieja? Por más literario que pueda parecernos el oficio no deja de ser triste como un domingo sin sol, como la lluvia en una gran ciudad, como el ladrido de un perro en el medio de la noche.

En una de las plazas más bonitas de Palma -lástima ser área de aparcamientos de coches también- la prostitución acabó teniendo pasaporte internacional porque con la crecida de la inmigración, las africanas acabaron buscando el potosí junto a las españolas. El Perú las albergó en sus horas de trabajo después de haber sido mucho antes un hostal de pujanza.

Al parecer tuvo visión de futuro y por ello fue de los primeros establecimientos hoteleros de la ciudad en hacer folletos y tarjetas. El runrún urbano le concede haber sido parada y fonda de Rodolfo Valentino en su etapa de marido de Natacha Rambova quien tras separarse del mítico actor se vino a vivir a Mallorca con el aristócrata español Álvaro de Urzaiz. La diseñadora de vestuario y decorados norteamericana se dedicó a comprar propiedades en la isla para convertirlas en establecimientos hoteleros hasta la Guerra Civil. Otra visionaria del turismo, y también con pasaporte internacional.

El cogollo de la ciudad convertido en una constelación plagada de estrellas. Los inversores han descubierto la gracia que tiene Palma, un filón en toda regla para alargar la temporada convirtiendo la gastronomía, el ir de tiendas en aliados del sol y playa. Palma, ciudad playa. Ya lo vio el quebradero de cabeza de Valentino, Natacha Rambova, una mujer que recaló en Peguera con el actor.

El hostal Perú, sin embargo, atesora historias de colchas raídas, de lucernarios caídos, del goteo incesante de grifos que nunca cierran bien. De gritos y susurros que al igual que la película de Bergman, enmudecen al más locuaz.

El imperio del inca se alía al impero hotelero. Palma gana estrellas gracias al sol. Paradojas.

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