Tras el abandono de los últimos poblados del Bronce naviforme (950-800 a. de C.), apareció un nuevo tipo de construcción en Balears, el talayote „torres megalíticas, construidas con grandes piedras, de planta circular o cuadrada„. El talayote es uno de los elementos materiales más conocidos de la época prehistórica. Ello explica que las primeras interpretaciones de este largo y desconocido período, así como los primeros intentos de su periodización, tuviesen como punto de referencia a estas grandes torres ciclópeas. De esta manera la prehistoria balear inicialmente se estructuró en tres fases: pretalayótico, talayótico y postalayótico. A medida que las investigaciones fueron avanzando, fueron surgiendo subdivisiones. Como ya se advirtió, esta propuesta de periodización clásica ha sido rechazada por la historiografía actual. Para el caso concreto de la cultura talayótica, y teniendo en cuenta el estado de las investigaciones actuales, los especialistas establecen dos fases diferenciadas durante esta época: el Talayótico I (900/850 a. de C.), momento en que se abandonan definitivamente los poblados con estructuras naviformes, proliferan asentamientos amurallados y construcciones religiosas, se construyen torreones megalíticos de variadas formas y se detecta un claro intercambio con el exterior; y el Talayótico II (500-123 a. de C.), el cual se caracteriza por encontrar los primeros indicios de presencia púnica, por la participación de los honderos como mercenarios en los ejércitos púnicos y por la aparición de una arquitectura funeraria sin precedentes.

Si se pudiese tener una panorámica a vista de pájaro de la época se podrían diferenciar dos tipos de asentamientos. Por una parte, poblados amurallados, con presencia de talayotes „tanto integrados en las propias murallas como en el interior de los poblados„; y por otra parte se podrían observar asociaciones arquitectónicas, con la presencia predominante del talayote y el santuario, pero esta vez sin amurallar y, para el caso de Mallorca, con una ordenación aproximadamente lineal. Espacios, estos últimos destinados a actividades de tipo ceremonial.

Hoy en día se tienen documentados doscientos cincuenta poblados repartidos de forma regular por toda Mallorca. Aunque parezca increíble, nunca se ha podido excavar un poblado entero, siempre han sido actuaciones parciales, por lo que el desconocimiento sobre estos yacimientos todavía es importante. Según el arqueólogo J. Aramburu-Zabala, los poblados tenían una extensión media de unos 6.000 metros cuadrados, aunque hubo al menos ocho que llegaron a tener el doble de extensión.

Solían situarse en pequeñas elevaciones del terreno, de manera que pudiesen otear con facilidad el territorio circundante, al mismo tiempo que se posibilitaba un mejor drenaje del asentamiento. Los recintos amurallados solían ser redondos u ovales, por los que se accedía a través de puertas dinteladas. Las murallas, si bien tenían en parte una función defensiva, servían como protección y cerco del ganado y también eran consideradas elementos arquitectónicos de prestigio. En cuanto a la organización interna de los poblados, no se apreciaban calles u otro tipo de elemento por el cual se pudiese articular un ordenamiento urbano. Al contrario, las construcciones domésticas, los talayotes y santuarios aparecían de forma desordenada, sin ningún tipo aparente de planificación previa. Este hecho llama la atención pues se ha calculado que en los poblados vivían alrededor de unas doscientas personas, una cifra nada desdeñable.

La cultura talayótica se caracterizó por generar una variada gama de espacios ceremoniales. A excepción de los túmulos y las plataformas escalonadas „que aparecen aislados„, estos espacios podían estar dentro o fuera de los poblados. Uno de los centros ceremoniales más destacados fue el de son Oms, hoy desaparecido bajo la segunda pista del aeropuerto de son Santjoan. Allí se identificaron una gran torre escalonada de veinticinco metros de diámetro, un talayote circular y un edificio de planta trapezoidal con funciones de santuario. También se encontró estatuaria de bronce tauromorfa y unos guerreros desnudos armados con lanza, escudo y yelmo.

En cuanto a los talayotes, los de planta circular son los más comunes. La opinión sobre las funciones de este edificio tan singular ha sido diversa. Unos han querido ver una arquitectura militar-defensiva, otros un hábitat de prestigio y algunos otros un espacio de ceremonial. Lo cierto es que, a día de hoy, no se ha podido demostrar cual fue realmente su uso.

La economía talayótica tuvo una base predominantemente agrícola, aunque no hay que desdeñar su actividad comercial con el exterior. Estrabón pudo observar a los talayóticos y de ellos dejó escrito: "...viven del producto de su ganadería, a la manera de los pueblos nómadas. Tienen metales de estaño y plomo, y también las pieles que obtienen de su ganado; y los cambian, por cerámica, sal y utensilios de bronce que les traen los mercaderes".

Sin duda, la bahía de Palma fue uno de los puntos más importantes de ese intercambio comercial. No en balde el historiador Josep Mascaró Pasarius, publicó en 1967 una carta arqueológica con más de cincuenta yacimientos (de los que ya han desaparecido unos veinticuatro), inventario que fue aumentado en 1998 por el arqueólogo Javier Aramburu-Zabala por casi una veintena de yacimientos más. El ya citado poblado de son Oms Vell, el poblado de cas Quitxero, cas Correu de sa Tanca, cas Francès (Talaia des Moro), sa Pleta (sa Partió), el poblado de Sarrià (es Garrigo), el caserío de Sant Jordi, son Bauçà (sa Cova), son Sunyer o son Suredeta son algunos buenos ejemplos. Algunos por desgracia se han destruido, los que se conservan deberían gozar de la máxima protección, cuidado y estudio.