En el siglo XVIII el Ayuntamiento tenía un agente en Madrid que se ocupaba de gestionar los asuntos municipales en la Villa. Bartomeu Verger fue uno de esos regidores en Corte. En los primeros días de 1769, el secretario del Ayuntamiento, Joan Armengol, recibió una carta de Nicolás Manzano procedente de la capital en la que informaba de la grave enfermedad que padecía el señor Verger, al mismo tiempo que recomendaba a Vicente Antonio de Uztarroz para reemplazarle. Verger moría a mediados de enero. Fue entonces cuando Antoni Verger, hijo del difunto, dirigió una misiva al señor Armengol: "Mi difunto amado padre, el Sr. D. Bartholomé Verger, que en gloria esté, deja dispuesto en su testamento, que como buen hijo de esa M. I. Ciudad se le entregue por memoria una pintura original de Antonio Van Dyck, que representa el Martirio de Sn. Sebastián..." Como Antoni Verger debía reincorporarse a su trabajo en Sevilla, encargó a Uztarroz, convertido ya oficialmente en el sustituto de su padre, que se ocupase de "todos los papeles y demás instrumentos pertenecientes a V.M.Y.". Poco tiempo después, Uztarroz a su vez entregó la pintura al hijo del Capitán General de Balears „el marqués de Alós„ que se encontraba en Madrid y que iba a viajar a la isla. La pintura fue trasladada sin marco, enrollada "y metida en un cañón de hoja de lata para precaverla de la intemperie". Una vez llegó la pintura a Palma, el secretario de la corporación escribió a Uztarroz comunicándole: "He tenido mucho gusto en que llegase la pintura del Martirio de San Sebastián en buena disposición".

A partir de entonces, el cuadro regalado por Verger fue colgado cada 20 de enero en la fachada de Cort. Tanto por la gran reputación del pintor como por su propia buena traza, la pintura de San Sebastián pronto disfrutó de sobrada fama entre los palmesanos. No pocas familias encargaron copias de la escena martirial del santo romano y en las academias de pintura se realizaron copias de todos los tamaños. Ahora bien, exponer el cuadro, año tras año, a la intemperie invernal provocó su deterioro, que llegó a ser perceptible a simple vista. De esta forma, en 1859, el reputado pintor Juan O'Neille propuso al Consistorio hacer una copia del Van Dyck con el fin de evitar colgar el original en la fachada. La propuesta fue escuchada por el alcalde y los concejales, entre los cuales se encontraba un pintor ´aficionado´, Fausto Morell Orlandis (que no debemos confundir con su hijo, Fausto Morell Bellet, que es el famoso pintor). Pues bien, el señor Morell recogió la propuesta de O'Neille y se ofreció a realizar él mismo la copia, para después entregarla gratuitamente a la ciudad. El concejal Morell primero realizó una réplica que desechó. La segunda sí resultó ser convincente y pudo ser colgada el día de San Sebastián de 1860. Nadie se podía imaginar que poco más de cien años más tarde, esa primera copia desechada, pasaría a ser propiedad municipal, al haberse encontrado en los porches de Can Morell (o Casal Solleric) una vez el Ayuntamiento hubo adquirido el inmueble en 1975.

El 28 de febrero de 1894 se produjo un infausto incendio en el Ayuntamiento. A pesar de que las llamas arrasaron con más de cincuenta cuadros, con incontables libros y otros objetos, el Van Dyck, si no salió del todo indemne, sí se pudo salvar gracias a la rápida intervención de los concejales Antoni Vaquer, Francesc Garcia Orell y Miquel Salom. Es justo decir que su restauración no fue muy acertada. Tanto es así que durante años algunos historiadores del arte han dudado de la autoría del maestro de Amberes.

En cambio, hoy no se tienen dudas. El que fuera antiguo conservador jefe de pintura flamenca y holandesa del Museo del Prado, Matías Díaz Padrón, ha publicado recientemente dos trabajos -el más conocido ha sido la colosal obra Van Dyck en España y, más académico, el artículo en la revista Archivo Español de Arte, que trata sobre la pintura del Ayuntamiento de Palma-, y en ambos sitúa la obra en su época de juventud y además -ahí está la gran novedad- nos descubre su procedencia. Hace unos años el mismo autor sospechaba que quizás el cuadro podría provenir de la colección del marqués de Leganés. Así lo expuso durante su visita al Ayuntamiento, en 2006, en las páginas de Diario de Mallorca. Pero tras revisar la totalidad de su trabajo, Díaz Padrón ha llegado a la conclusión de que el cuadro perteneció a Manuel de Zúñiga Acevedo y Fonseca, VI conde de Monterrey (m. 1653), el cual poseía una importante colección de arte en su palacio de Madrid, en el paseo del Prado, cerca de la plaza de Santo Domingo.

El artista flamenco realizó varias telas del martirio del santo romano, algunas de las cuales se conservan en museos como el Louvre, en la Galería Nacional de Escocia, en la Alte Pinakothek de Munich, en el Museum Wuyts van Campen... todas ellas con una composición prácticamente idéntica a la del cuadro de Palma. Estos ejemplos nos sirven para advertir de la importancia de la pintura que se conserva en la casa consistorial de Palma, máxime si tenemos en cuenta las palabras de Díaz Padrón cuando advierte que "El Martirio de San Sebastián de Palma de Mallorca supera en el espacio y los ritmos a las réplicas de Edimburgo y Munich".

Pero la historia no acaba aquí. Al saber que el cuadro procede de la colección del conde de Monterrey, enseguida me vino a la memoria un misterioso retrato de cuerpo entero perteneciente a la pinacoteca municipal, de dimensiones nada desdeñables, precisamente del conde de Monterrey. Este cuadro ha pasado siempre desapercibido. Primero porque está ubicado en un lugar discreto de la Sala, concretamente en uno de los despachos administrativos de alcaldía; y segundo porque, si alguien se ha fijado en él, no ha sabido explicar su procedencia, ni tampoco ha podido descubrir por qué motivo se depositó en su día en el Ayuntamiento. A los pies del retrato se puede leer la inscripción: "El Excmo. Sr. Conde de Monterey. Protector de esta Ciudad y Reyno". El cronista Benet Pons y Fàbregues „que ha sido de los pocos que han escrito algo sobre esta pintura„ ya advirtió en 1895 que se trataba de un magnífico retrato "obra de alguno de los grandes maestros de los Países Bajos, dominio español de que fue Gobernador General el Conde de Monterrey durante el reinado de Carlos II. Recordamos que su antecesor D. Francisco Moncada, Marqués de Aytona fue retratado por Rubens. ¿No es probable que Hals, van Ostade, van Dyck, el mismo Rembrandt, sea el autor de un retrato tan maravillosamente pintado?" Así acababa su reflexión. El retrato, en su parte superior izquierda, está blasonado por las armas del reino de Mallorca, lo que ha despistado a más de un observador haciéndole pensar que estaba delante de una obra de algún pintor local. Sin embargo, todo parece indicar que Benet Pons tenía razón, que quizás estemos ante un retrato de gran calidad. Todavía hay preguntas que necesitan respuesta: ¿tienen relación los dos cuadros El martirio de San Sebastián de la colección del conde de Monterrey y el retrato del mismo nombre?, ¿quién es el autor del retrato?, ¿cómo llegó a Mallorca? Ahí quedan en el aire.