Miquel Segura se arrimaba ya desde pequeño al lebrillo donde sus padres amasaban los buñuelos. Ocurría en Porreres, donde nació hace 49 años, pero su vocación y oficio como pastelero no es herencia familiar. "Soy autodidacta y también aprendí, y mucho, con Joan Segura, de Muro, y en Ca´n Pomar en Campos", señala. Diez años atrás surgió la posibilidad de hacerse con el actual local, en Palma, en la calle General Riera. Curiosamente, la anterior pastelería que le cedió la vez estaba al frente de otro Miquel Segura. "¡No somos parientes!", ríe. ¡Ni su sombra!

Al principio simultaneó los dos negocios, pero acabó tirando la toalla cansado de tanto eje Palma-Pla. Optó por General Riera. Celebra el décimo aniversario mientras no paran de servir pan, cafés y pasteles.

Ca´n Miquel lleva la coletilla Antic Forn de Porreres para no caer en confusión con los otros negocios que portan el mismo nombre, desde los famosos helados al inestimable Miquel, de sa Pelleteria. Pero lo cierto es que ya ha puesto su pica en Palma.

Cuatro años atrás reformó el local, abriendo hueco en "un espacio desperdiciado", y montó la cafetería. A ella, acuden fieles clientes que mudan semblante conforme el reloj cambia de hora. Por las mañanas, oficinistas de la zona, clientes que van al Institut Oftalmológic desde Porreres, algún que "otro viejecito de las vecinas Hermanitas de los Pobres que se quiere dar un capricho, y por la tarde, señoras que se toman su chocolate", apunta el pastelero. También toman asiento aquellos que aprovechan su zona wifi y laboran con su portátil en ristre. Entre los habituales, el escritor y experto en Borges, Coco Meneses, el futbolista camerunés Webó y fue incondicional Juan Fernando Arango en los tiempos en que lució la camiseta roja. Los fines de semana se acercan desde otros núcleos de la ciudad.

El local guarda cierto parecido con las cafeterías de toda la vida, esas en las que deslizar la tarde o donde abismarse mirando los posos del café. "Nuestra idea es que desde el principio aquí no se fumara porque el olor a tabaco y la pastelería no casan. Tampoco hay televisión para evitar el ruido que envuelve los partidos. Quisimos que fuera un lugar tranquilo", explica Segura. Además de adelantarse a la normativa gubernamental que tantas disputas está creando, en Ca´n Miquel se ha conseguido que tomar un café con leche mantenga su ritual. No falta toda la prensa diaria.

Con todo, el fuerte de este lugar son los dulces. "Y el trabajo bien hecho", añade Miquel Segura. Los turrones, de amplia variedad, son reclamo. Como lo son, y ahora les llega el turno, los bombones que salen por San Valentín. De hecho, el escaparate del negocio se ha puesto al rojo vivo. "¡Son buenísimos!", apunta Magdalena Sagreras, una clienta habitual de la cafetería.

Ayudado por su hermana, su pareja y otros dos dependientes y un pastelero, a Miquel Segura se le nota su regusto de oficio cuando habla de tartas. "Me gusta innovar pero siempre dentro de lo que me permiten los clientes. El mallorquín es muy tradicional con sus gustos gastronómicos. En Porreres, por ejemplo, no salían de la tarta reina. Pero bueno, poco a poco me estoy tomando más libertad", confiesa. Tienen fama su mil hojas de merengue y los cocarrois de pasta dulce. "Intenté poner ingredientes más chocantes, pero no me he atrevido", admite.

La cola del pan es larga. No sale del horno de Miquel. "Lo encargo a un hornero del Pla de Na Tesa, José Luis Moreno, ¡que no tiene nada que ver con el humorista ese". Y, entre lo más fetén, el cardenal, un pastel que él recuerda que su origen está en Campos. "Y no en Lloseta".