Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Extremismos

Pocas dudas albergaba de que el proceso secesionista impulsado por el nacionalismo catalán derivaría en el renacimiento del hasta ahora débil nacionalismo español. Los damnificados no van a ser los ciudadanos partidarios del centro político, lo serán los moderados de cualquier signo, que van a verse estigmatizados por fanáticos de los dos extremos. Hemos entrado en una dinámica de confrontación que recuerda a la de la segunda república, que culminó en la Guerra Civil. El contexto es otro, pero el odio es el mismo. Se produce cuando los nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, dinamitan el bipartidismo de PP y PSOE. Es significativo que la definición liberal de C's, arrumbando sus orígenes socialdemócratas, le esté llevando, no a desplazar al PP hacia la derecha, fortaleciendo un amplio centro político, sino a intentar sustituir al PP como partido de la derecha. Aunque en menor medida, se reproduce la situación en la izquierda, donde Sánchez está intentando (verbalmente) situar al PSOE más a la izquierda de lo que estaba desde 1979. Argumenta Sánchez, después de su último reglamento interno, desposeyendo de poder a los barones y transfiriéndolo, supuestamente, a los militantes, que "un PSOE cercano a los militantes es un PSOE cercano a sus votantes"; cuando está suficientemente constatado que el clientelismo y la endogamia de los partidos en España, gigantescas oficinas de colocación, para nada son representativos de sus votantes. La apelación directa a los votantes es, simplemente, la estrategia de un bonapartista.

Pero la decepción entre los moderados puede ser superior en el caso de C's porque las expectativas eran mayores. Cuestionada la fantasmagórica libertad de decidir, también puede ser cuestionada la libertad de elección de lengua en autonomías bilingües como la catalana o la nuestra. Si es impugnable en ellas la imposición de la educación monolingüe en catalán, para nada elemento de cohesión (nunca puede serlo una imposición), ¿por qué no va a ser impugnable la imposición de la educación segregada en catalán y en castellano?, ¿por qué no va a ser posible la educación al 50% en catalán y castellano, las dos lenguas oficiales? El motivo, en ambos casos, es el de la politización de la lengua y el de la confrontación de dos nacionalismos; en el caso del irredentista nacionalismo catalán, con el objetivo de la independencia. Así se quitó ya la careta Més. Después de la calculada presentación por la cantante Marta Sánchez de su propuesta de letra para el himno español, se han publicado abundantes adhesiones tuiteras; una, previsible, la del inefable Rajoy; otra, menos previsible, la de Rivera. El objetivo en ambos es el oportunismo político, votos. Pero la adhesión de Rivera a un texto que abochorna por su cursilería, sólo porque puede proporcionarle votos del nacionalismo español, sólo puede significar que la posibilidad de un centro político liberal, culto, moderno, respetuoso con la inteligencia y la madurez de los ciudadanos, al estilo de Macron en Francia, de una España plural, se está extinguiendo.

Decía un titular de Diario de Mallorca del pasado miércoles que se había producido un amplio rechazo social al ingreso en la cárcel del rapero mallorquín Valtonic; aunque yo me atrevería a conjeturar (no tengo, tampoco, datos estadísticos) que el amplio rechazo procede, básicamente, del sector social que se reclama del nacionalismo catalanista de Més y de Podemos, una minoría del electorado de nuestra isla. Es fantástico, proclaman más de doscientas, llamadas "personalidades" del mundo de la cultura, en una comunicación pública, "seremos su voz y sus canciones". Apoyan a Valtonyc y condenan, ellos, la sentencia del Tribunal Supremo. Se ve que se ha producido una inversión de los papeles. Las "personalidades" nacionalistas (desconocía yo que en Mallorca hubiera tantas personalidades, es para estar orgulloso) se han convertido en tribunales populares y el Tribunal Supremo se ha convertido en reo que ha sido condenado. Es forzoso pensar que no vivimos ya en un Estado de derecho, sino en pleno período revolucionario guiado por el mundo de la cultura. Si esto es el mundo de la cultura, para nada quisiera pertenecer a este engendro. Dictan las "personalidades" cómo tienen que ser interpretadas sus letras: "como metáforas y expresiones de una visión del mundo disidente, ? mientras él esté amenazado, nosotros no callaremos, seremos su voz y sus canciones". Ya, como alter ego de Humpty Dumpty, las "personalidades" nos retrotraen a Lewis Carroll: HD: "Cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga?ni más ni menos"; Alicia: "La cuestión es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes"; HD: "La cuestión es saber quién es el que manda, eso es todo". Los que mandan, o pretenden mandar, en configurarse como el poder capaz de transformar lo que son insultos, injurias, calumnias, amenazas de muerte y enaltecimiento del terrorismo de ETA y GRAPO, en metáforas disidentes son esas "personalidades" que se pretenden de la cultura. Las ha habido de todos los colores, pero cuando algunas se han impuesto a la civilización esto sólo ha significado el fin de las libertades. Frente a quienes, apocalípticos, anuncian ¡por la condena a Valtonyc!, el fin de la libertad de expresión en España (todo lo exagerado acaba por ser irrelevante), recuerdo a John Stuart Mill, sobre la libertad: "La única parte de la conducta de cada uno por la que él es responsable ante la sociedad es la que se refiere a los demás". Aunque de libertades deben saber más nacionalistas y apocalípticos, los extremistas.

Compartir el artículo

stats