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Camilo José Cela Conde

La liga del Barça

En medio del drama, cuando nadie sabe en realidad dónde estamos y menos aún dónde nos encontraremos de aquí a dos semanas, cuando las mentiras abundan y las manipulaciones se suceden, un poco de relajo no está nunca de más.

Eso pensaba mientras leía la polémica acerca de dónde jugaría el Barça si Cataluña se independizase. Que eso le preocupe a alguien puede ser la única muestra de que no está todo perdido aún. Aunque, faltaría más, los puntos de vista chocan entre sí como los famosos trenes sin frenos que todos veíamos acercarse. Si las opiniones enfrentadas difieren por completo al considerar lo que son la legalidad y la democracia, ¿cómo no iban a disentir en cuestiones de fútbol? Para unos, el Barça debería abandonar la liga española y montar una con los demás equipos del nuevo Estado, como el Mollerussa. Para otros, podría elegir dónde jugar, saliendo a colación las ligas francesa e inglesa como alternativas mejores. Con el problema, claro es, de que la Champions se quedaría al menos un año en el mejor de los casos sin los blaugrana.

¿Podrían aguantar algo así los forofos que dejan de cenar cuando pierde su equipo? Peor aún, ¿qué sería el fútbol sin la brega entre el Barça y el Real Madrid de todos los años? Cabe imaginarlo: un horror. Cuando el enemigo desaparece, lo que queda es carne de psiquiatras.

En ésas estábamos cuando ha aparecido el otro episodio deportivo-político ligado, como no, a la figura de Piqué. El que fue en tiempos el mejor defensa central de Europa, bastión para el equipo nacional siempre que se entienda que España es una nación o al menos, como sostiene Sánchez, una plurinación, no pierde oportunidad para manifestar su sentimiento nacionalista pero del signo opuesto. Como respuesta, en los campos de fuera de Cataluña se silba a Piqué casi a titulo de ceremonia. Y como complemento necesario, el otro defensa central por excelencia, Ramos -del Real Madrid como se sabe- añade leña al fuego a las primeras de cambio.

En esta ocasión cuentan que Piqué ha llorado de forma solidaria, en apoyo de los votantes del referéndum desalojados por la policía el domingo pasado. Ni que decir tiene que al presentarse en la convocatoria de la selección española el público le ha insultado y es la guardia civil, ¡oh paradoja!, quien ha salido en su defensa. No sabemos lo que opina a tal respecto Ramos porque le han sugerido que no hable. Y así, de futbolista en futbolista y de club que es más que un club en presidente que es menos que un conserje, se nos han hecho realidad las profecías de Marx y de Santayana sobre la tendencia de la Historia a convertir en comedia todo drama que se repita demasiado. Lo que son repeticiones, llevamos ya muchas en este asunto. Y las que nos quedan. Así que, como habrá que buscar nuevas fórmulas de solaz, propongo que nos planteemos si, en una Europa fragmentada, los árbitros tendrán que vestir de color fucsia como alivio de luto.

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