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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Biel Company, ajeno a las normas de urbanidad

La de la Xylella ha sido la última charranada de Biel Company, a quien desde Delegación de Gobierno se tiene monitorizado, manteniéndose informada a Génova de cuanto acontece

El presidente, por ahora, del PP balear no es de los que en su devenir haya considerado necesario practicar las normas de urbanidad que se supone han de formar parte del comportamiento de quien se dedica a la cosa pública. Urbanidad entendida como la relación aseada que se debe al propio y al adversario, más que nada para no contribuir al desprestigio, suficientemente acreditado, de la despectivamente denominada clase política. Biel Company no conoce otra lealtad que la que se debe a sí mismo. Se inició en tales menesteres siendo presidente de Asaja, puliéndolos exquisitamente al ser nombrado conseller de Agricultura por José Ramón Bauzá en la etapa de la abrumadora mayoría absoluta de la derecha conservadora en el Parlament balear. Desde el primer momento Company no profesó lealtad alguna hacia el presidente de la Comunidad Autónoma, a quien lo había nombrado, sino que no paró en barras en conspirar contra él, en embarcarse en cuantos movimientos se pusieron en marcha en el PP para arrinconarlo. El desastre electoral de mayo de 2015 se llevó por delante a Bauzá posibilitando que Company, aupado por los que nunca, o casi nunca, han dejado de tener vara alta en el partido, empezando por Gabriel Cañellas, se viera donde deseaba estar: en la presidencia del PP balear, al que prestó cuantos servicios pudo desde Asaja, entidad a la que contaminó de por vida.

La ausencia de escrúpulos, la carencia de lealtades, que caracteriza a Company ha vuelto a exponerse con el asunto de la Xylella. No es que el ministerio de Medio Ambiente decidiera pasar por encima del Govern y comunicar primero a Company la decisión tomada, sino que éste previamente hizo lo necesario para que el puenteo prosperara y así aparecer como el portador de buenas noticias. Lo que antecede no es especulación: es información proveniente del PP, donde está cundiendo seria preocupación por las artes con las que Company se maneja. Quienes hicieron posible su victoria para cerrar el paso a Bauzá, demonizado hasta el paroxismo en Mallorca y olvidado en Madrid, después de haber sido ensalzado hasta parecido paroxismo, como siempre ocurre (recordemos el "yo quiero un gobierno para España como el que Matas preside en Balears", afirmación sin desperdicio de Mariano Rajoy), andan preocupados al cavilar que la apuesta lleva camino de resultarles fallida. Company, conveniente monitorizado desde Delegación del Gobierno, donde se evacúan periódicos informes a Génova 13, la mayoría muy poco amables, sabe que deambula por sendero incierto. De ahí que esté cometiendo una a lo que parece inacabable retahíla de errores, de los que la Xylella ha sido el último. Al adelantarse a la conselleria de Medio Ambiente, al Govern de Balears, se ha puesto en evidencia. No más, qué se le va a hacer, que cuando en un acto público rogó a Mariano Rajoy que se ocupara de lo suyo y olvidara a la presidenta de Balears, que para eso ya estaba él. A alguien como Gabriel Cañellas el desplante debió de sentarle francamente mal. Nunca fue amigo el expresidente de determinados ninguneos, porque los padeció sobradamente, sobre todo de los suyos.

En el PP de Mallorca, al acercarse las elecciones autonómicas de 2019, las miradas se dirigen con insistencia hacia Delegación de Gobierno. La pregunta es la obvia: ¿será Company el candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma? Todavía habrá que aguardar la respuesta, pero lo que en el partido de la derecha mallorquina se sabe con certeza es que es María Salom quien dispone de comunicación franca con Madrid. Es ella la que puede acceder sin cortapisas a los despachos de Génova. En ellos se la atiende con deferencia. Se la escucha con atención. No es el caso de Company a quien allí algunos, además de considerarlo un intruso, interrogan sobre si es capaz de recuperar el perdido poder autonómico en unos tiempos que no son tan propicios como los de antaño.

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