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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

¿Para quién es Mallorca?

Me asomo a una vivienda de la primera línea palmesana con ocho buzones volcados hacia la calle. Todos los titulares de apartamentos lucen apellidos suecoalemanes. Por tanto, no estamos ante la predicada integración, sino ante la sustitución. Crece el número de porciones de la isla donde las clases medias mallorquinas no pueden vivir, pese a que siguen obligadas a mantener sus servicios esenciales. Se llega así a la pregunta del encabezamiento, ¿para quién es Mallorca? Ojalá fuera un interrogante propio pero, antes de que me cacen por Google, confieso que me he limitado a adaptar el título del ensayo ¿Para quién es Londres?, donde Anna Minton desgrana en la capital inglesa el problema que aquí solo esbozamos.

La carestía creciente de casas accesibles para las clases medias implica que la vivienda ha dejado de ser un derecho protegido constitucionalmente. Si no puedes competir por un bien deseado por personas de fuera en mejor situación económica, apártate aunque hayas nacido en la isla. Quién iba a decirnos que el famoso "barco de rejilla" iba a contar con un pasaje de nativos. A quienes adviertan aquí sombras de indigenismo o xenofobia, les recuerdo que la canadiense Vancouver ha implantado una tasa del quince por ciento para compradores extranjeros de casas, que le están copiando otras ciudades. Y la última vez que consulté, Canadá era un país de acogida ejemplar, aparte de la holgura de terreno impensable en una isla.

Se ha acometido un imparable proceso de limpieza social, perfectamente visible en barriadas como El Molinar y que se disfraza de la cursi gentrificación. El panorama empeora con el ultraturismo encarnado en el alquiler vacacional. Si un visitante del mundo exterior está dispuesto a pagar 200 euros cada noche por dormir en la casa de tu vecino, antes o después se te exigirá que abones la misma cantidad por residir en la tuya, y abundan los mecanismos sutiles que permiten lograrlo o desahuciarte. ¿Para quién es Mallorca? Si lo preguntas, es que no te la puedes permitir.

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