Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Norberto Alcover

En aquel tiempo

Norberto Alcover

Vivir sobre el temblor

Nunca pensé que Pedro Sánchez sobrepasara a Susana Díez de manera tan notoria. Nunca pensé, además, que Susana Díez reaccionara con un enfado tan evidente. Sí pensé que Patxi López encajaría una derrota anunciada con la caballerosidad que siempre ha mostrado, si bien en su rostro, un tanto agotado tras la campaña, aparecieran signos de preocupación ante el futuro de su colectivo. Todos los demás desaparecidos de Ferraz, como llevados por un hálito de fantasmas frialdad ante los apoyos venidos a menos y los descarados deseos sofritos en la sartén esmerilada de la militancia. El hombre de los vaivenes, descolocado por sus compañeros hace un tiempo en una jugada maestra pero también poco elegante, reaparecía ahora con su rostro forzado, porque Pedro Sánchez es un duro sin cortapisas que ha envejecido políticamente en pocas semanas, lo que en general precipita las ideas y todavía más las emociones internas. Eso que llamamos pasiones. Ahí estaba, entrecortada la sonrisa, sin saber si era conveniente el puño en alto? hasta que lo alzó, entre muchos otros puños. Era el delirio. Era el nuevo Suresnes con la Transición y la Constitución por en medio. Pero está claro que Sánchez, intuyo, no es el joven González de antaño. En fin.

Desde estos momentos que contemplé en directo, me inunda el espíritu una cuestión que comparto con los lectores: ¿no tienen la sensación, y percepción también, de que de un tiempo a esta parte toda citación electoral y toda noticia política concluyen con una especie de terremoto político y ciudadano de altos índices, de tal manera que llevamos meses instalados en una inquietud insalvable, porque día tras día vivimos en el temblor, cada vez más intenso? Desde Trump a Macron, desde el Brexit a Erdogan, desde Cameron a May, desde avales a militantes, pero también desde recortes a preocupación social en la UE, desde encendidos elogios a James Comey, el del FBI, a su demonización absoluta, desde el chavismo de Maduro a su entreguismo casi demoníaco al tiranismo más cruel, y tantos "desde" que podríamos añadir. Desde el demolido Sánchez, vejado por los de la cúpula, al vencedor Sánchez exaltado por las bases socialistas. Es un temblor permanente en el que nada está ni quieto ni tranquilo porque se abre paso "el sueño de los deseos" mucho más que "el logro de la razón". Todo muy sencillo: cuando lo razonable pasa factura a los débiles, los débiles dan primacía a los deseos y abandonan la razón. Y vencen. Vencen con Pedro Sánchez al frente. La crisis es la base histórica de una victoria tan aplastante como la vivida. Precisamente ahora.

Quienes nos movemos en un terreno diferente y preferimos una socialdemocracia menos iracunda, con gestos más serenos de los que se exhibieron en Ferraz, permanecemos a la expectativa: ni caemos en la simpleza de predicar que todos los populares sean corruptos, ni tampoco cedemos al instinto de presagiar males y tormentas por el hecho de esta victoria consumada. Hay que darle al nuevo líder el tiempo necesario para percibir por dónde navega de verdad, es decir, hay que esperar al ritmo parlamentario socialista y sobre todo al congreso de julio donde se dirimirá la batalla final. En estos días, que se harán largos en su brevedad, este hombre que guarda tantísima memoria en su corazón (no digo en su cerebro), actuará de manera concreta ante situaciones delicadas, ad intra y ad extra de su partido, en el que tendrá que abrirse paso en medio de adversarios de todo tipo. La diplomacia más serena pero no menos lúcida le será necesaria para atravesar la tierra temblorosa de Ferraz, en la que aplausos, zancadillas y sobre todo expectativas encontradas protagonizarán este "tiempo de panteras" que le aguarda. Es inevitable.

Seguramente, Susana reflexionará sobre su exagerado optimismo. Patxi aplaudirá su sabiduría de "pequeño entre grandes". Guerra pasará de la situación, sumergido en sus libros. Y Felipe seguirá con sus gemas, mientras relee a Maquiavelo, cuya pista perdiera hace años. Todos, sin distinción de filias y fobias, experimentaremos el temblor de vivir sobre este terremoto que nos conmueve de un tiempo a esta parte. Haríamos bien, pero que muy bien, en tomar nota de los índices sísmicos?

Compartir el artículo

stats