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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Cómo acabar con Sánchez (y II)

Pedro Sánchez ha adquirido dimensiones de plaga para la intelectualidad del país, que por supuesto apoyaba a la erudita Susana Díaz

Pedro Sánchez ha adquirido dimensiones de plaga para la intelectualidad del país, que por supuesto apoyaba a la erudita Susana Díaz. Queda claro que el secretario general repetidor es el único culpable de sus victorias, y que debe purgarlas con sucesivas decapitaciones. Ahora bien, y dado que luce más cabezas que una hidra, cabe estructurar la metodología para acabar con Sánchez (y II). En primer lugar, los alanceadores del político redivivo deberían admitir un mínimo de responsabilidad en lo ocurrido. Han de recordar además que, a falta de estudios empíricos, a un resucitado no se le puede amenazar con la muerte. Insultos y campañas no mellarán a un personaje nietzscheano a quien los venenos fortalecen, la presidenta andaluza sabe sin duda de qué estamos hablando.

Hay que acabar con Sánchez, en este particular andamos todos de acuerdo. Sin embargo, se requerirá una dosis de sutileza, porque el secretario general se crece en el castigo. Perdón, solo se crece en el castigo. Además, su resurrección ha dejado un reguero de cadáveres exquisitos, empezando por Guerra, Bono o Rubalcaba. Con perspectiva de futuro se pueden suprimir las siempre engorrosas votaciones, pero estos avances no siempre son tan rápidos como se desearía. Los intelectuales chamuscados pueden insistir tal vez en destacar la supremacía del PP. Ahora bien, si no les han creído cuando proclamaron que Sánchez era peor que la excelsa Díaz, ¿por qué habrían de otorgarles crédito cuando lo comparen peyorativamente al industrioso Rajoy?

Sánchez redefine la palabra imposible. La mejor manera de liquidarlo es permitirle que prospere, basta recordar cómo acabaron con Felipe González y Zapatero. El primero empezó vestido de pana marxista y acabó volando solo en jet privado, mientras imploraba el ingreso en la OTAN para que su servidor Javier Solana bombardeara Serbia. En cuanto a ZP, pasó de retirar las tropas de Irak a convertirse al austero neoliberalismo a las órdenes de Obama y Merkel. Y si todo fracasa, en octubre escribiremos Cómo acabar con Sánchez (y III).

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