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Para empezar

Me pido ser chef en un hotel de lujo

Confieso que me da mucha pereza cocinar. Yo hiervo un poco de pasta, le añado salsa y luego lo adorno un poco: platos de diseño, mantelerías de postín, cubertería fina... Y queda de lo más aparente. Pero con un poco de práctica y mucho morro, como le echa más de uno de esos aspirantes que concursan en los programas de televisión, preparo un león come gamba de lo más apañado y luego presento mi currículum en alguna cadena hotelera de Eivissa.

Que no lo digo porque el de cocinera sea mi trabajo soñado, que es muy esclavo y se suda como un pollo, pero hay que ver cómo tratan los empleadores a los chefs (antaño cocineros). Con lo que cuesta encontrar uno bueno de verdad entre los miles que se presentan al trabajo de temporada en Eivissa, hay que cuidarles como si fueran figuritas de porcelana. Eso cuentan los hoteleros, que tienen que cribar muy bien el oro de entre la arena de los aspirantes a un puesto en sus cocinas. Los chefs no son gente que se conforme con pasar el verano en un pisito del montón así que, con el problemón de los alquileres, más de un empresario les cede una mansión para que no les dejen compuestos y sin fogones a mitad de temporada. Corro a apuntarme a un curso de cocina. ¡Tiembla Ferran Adrià!

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