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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Un desahogo

Un compañero de gin tonic me asegura que la profesión del futuro es la de analista de datos. Ello se debe a que estamos invadidos por ellos, por los datos, pero ignoramos cómo sacarles partido. Sacarles partido equivale a monetarizarlos, según la nueva nomenclatura. Digo yo que no todos los datos son monetarizables, a lo que mi amigo responde que el dato no monetarizable es un dato basura. Reflexiono durante unos instantes acerca de los datos de los que dispongo: amo a mi familia, por ejemplo. Me preocupa el futuro de mis hijos cuyos números de teléfono me sé de memoria. También me sé de memoria la matrícula de mi coche, mi número de pasaporte, el de mi carné de identidad y el de mi mujer. Conozco el nombre de mi calle y sé la línea de metro que he de tomar para llegar a casa desde el centro. Ahora mismo podría acercarme al cajero automático y sacar 20 euros sin consultar mi número secreto en ningún sitio: lo tengo grabado aquí, ya saben ustedes dónde. Todo eso son datos no monetarizables. Es posible que alguna empresa de la que soy usuario saque partido a mi fecha de nacimiento y a mi sexo, he oído que se venden entre sí esas porquerías, pero yo no sabría a quién ofrecérselas ni siquiera a cambio de un café o de este gin tonic que bebo a sorbos prudentes, para que me dure más. ¿Constituye, por cierto, un dato que a eso de media tarde, si encuentro con quién, me tome todos los días una copa? Quizá, no sé.

He citado un conjunto de datos que atañen a lo personal, pero estoy hasta las cejas de miles, cuando no de millones, de datos que afectan a esa otra realidad que se agita más allá de mi perímetro. Acabo de leer, sin ir más lejos, que la hambruna amenaza con acabar con más de veinte millones de personas en África. ¿Hay alguien capaz de sacarle partido a eso? Dígame usted, querido analista de datos, qué significa un dato de ese calibre. En fin, para mí un analista de datos sería alguien capaz de interpretarlos, no alguien capaz de sacarles cien euros. Sin embargo, hay gente, lo sé, lo sabemos, que se hará millonaria con esa hambruna que ya ha comenzado a disparar. Aunque se nos hace tarde para la cena, mi amigo y yo pedimos otro gin tonic, lo que no implica que seamos alcohólicos, sino que estamos tristes.

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