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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Company, regionalista o lo que haga falta

El candidato del aparato del PP balear no es regionalista, tampoco españolista, por no ser ni tan siquiera es del PP. Biel Company carece de ideología. Responde a sus intereses y a los de sus patrocinadores

Siendo presidente de Asaja, Company evidenció que sus comportamientos, sus actuaciones públicas, seguían una lógica muy nítida: la de promocionarse al tiempo que defendía los intereses de sus más directos patrocinadores. Que montara una tractorada al entonces presidente Antich, siempre caracterizado por su insuperable parálisis, en directa sintonía con los dirigentes del PP, obedeció a un cálculo político, pero sobre todo personal: Company buscaba notoriedad, dejar sentado que era el hombre llamado a defender los intereses del campo. Nunca ha aclarado que ayer como hoy lo que de verdad defiende son los intereses de quienes desearían que la mayor parte del suelo rústico de Mallorca quede desclasificado para que en él la presión urbanizadora campe a sus anchas. Si de Company dependiera, de sus patrocinadores, y conviene no dejar de lado quiénes son y cuáles sus concretos intereses, no poco de lo que hoy son espacios protegidos probablemente dejarían de serlo. Alguien del PP, para nada simpatizante de Bauzá, buen conocedor de cómo funciona el partido de la derecha conservadora mallorquina, comentaba en una distendida cena, a la que asistía gente de buena posición, de orden, que con Company en la presidencia del partido, el PP acabará por deparar días tanto o más convulsos que los vividos con Matas. Expresó su convicción de que el aspirante supera a éste en la utilización de métodos llamémosles indulgentemente poco ortodoxos para manejarse en las alturas. La ausencia de escrúpulos exhibida por Company en los años precedentes lo corrobora: la guerra sucia protagonizada contra el presidente Bauzá siendo conseller de su Gobierno es toda una carta de presentación, establece sin lugar a dudas cómo utilizará la presidencia del PP si, como se estima harto probable, llega a ella al ganar las primarias del PP.

A lo que de verdad aspira Biel Company es a presidir el Gobierno balear en 2019. Ese es el objetivo que le han marcado sus patrocinadores. Es el que anhela desde los ya lejanos tiempos de la tractorada, cuando se asomaba a las lindes del Consulado del Mar, el que pisó con indisimulada ambición al ser nombrado conseller por el que hoy es su enemigo declarado. Company en la presidencia de la comunidad autónoma constituirá, si así lo decretan las urnas, el triunfo del populismo derechista más depurado, la victoria de quienes, en plural, desean volver a los viejos buenos tiempos, los que, al estar todo por escribir, permitieron una extraordinaria laxitud, poder tomar decisiones que después se han comprobado nefastas, pero a las que nadie era capaz de poner efectivo freno. Company en la presidencia de la Comunidad Autónoma, no hay que dudarlo, será un hombre fiel a sus patrocinadores, no les defraudará en la medida de lo posible. Y ese posible es susceptible de llegar lejos, muy lejos.

No es una mera cuestión interna la que está por dirimirse en el PP balear. De José Ramón Bauzá se sabe todo. No engaña a nadie. El expresidente no es una hoja en blanco, pero tampoco la es Company, porque lo que de él se conoce es lo suficientemente significativo para que quienes pueden votar en las primarias que organiza el partido de la derecha se tienten mucho la ropa antes de decidir cuál es su opción. Tienen claro que Madrid quiere a Company, que la transitoria dirección del PP mallorquín quiere a Company, que los presuntos regionalistas quieren a Company y que Gabriel Cañellas, siempre presente, nunca apartado, quiere a Company. Company es en el PP lo nostro, lo que no deja de ser inquietante.

Parece evidente que el segundo hombre del tractor, el primero será siempre Gabriel Cañellas, un urbanita de Ciutat capaz de convencer de que era un payés, se aproxima a cumplir la primera de sus ambiciones. Con él, los que quieren que el viejo orden vuelva a imperar en el partido, el del sano, prudente y notoriamente sedicente regionalismo, respirarán satisfechos. Tal vez solo inicialmente.

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