Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

No hay apaciguamiento que valga con Trump

Recordar lo que Winston Churchill espetó al primer ministro Neville Chamberlain después de que éste se hubiera reunido con Hitler, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, para implementar la denominada "política de apaciguamiento", no está demás en estos momentos de tribulación para Europa, desencadenados por el vendaval en el que se han convertido los primeros diez días de la presidencia de Donald Trump. Chamberlain, seguro de haber evitado lo peor, llegó a Londres, tras conferenciar con Hitler en Munich, en los postreros días de septiembre de 1938, afirmando que había logrado "paz para nuestro tiempo". Fue recibido con entusiasmo, pero Churchill, sin duda uno de los estadistas europeos de mayor envergadura que ha dado el siglo XX, al que solo se le aproxima el general De Gaulle, viendo lo que se venía encima velozmente, reprochó al primer ministro en la Cámara de los Comunes: "Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra; elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra". Un año más tarde el infierno se enseñoreó de Europa y el mundo.

La política de apaciguamiento fue un error monumental.

Ahora Europa se debate otra vez entre plantar cara o aceptar alguna deshonrosa componenda con quien está descoyuntando aceleradamente las relaciones internacionales, con quien no duda en hacer pública su aceptación de la tortura, con quien desprecia las convenciones sancionadas por Naciones Unidas. No es un nuevo Hitler el que ha generado un cataclismo como al que estamos asistiendo, sino el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Es Donald Trump quien concita la enfervorizada admiración de la extrema derecha europea y mundial, que lo tiene por uno de los suyos, como su macho alfa incontestable; es el presidente norteamericano quien ha dicho que lo mejor para los estados europeos es abandonar la Unión, el que anima a hacerlo anunciando que el Brexit es el mejor negocio que han podido hacer los ingleses.

Ante semejante cúmulo de despropósitos, en Europa algunos han entendido cabalmente que hay que responder a Trump con firmeza. Lo ha hecho la canciller Angela Merkel y el francés Hollande, aunque está de salida, amortizado. También ha hablado con contundencia y claridad, quién pudo suponerlo, el polaco presidente del Consejo Europeo (no confundir con el de la Comisión, el luxemburgués Juncker, un profesional de la política siempre cercado por sospechas de corrupción) del mismo nombre que Trump, Donald Tusk, que, con una pocas veces escuchada contundencia, ha manifestado que lo que está llevando a cabo el presidente de Estados Unidos supone una amenaza directa contra la Unión Europea, una amenaza externa que sitúa al mismo nivel que la de China, la agresividad rusa y el islamismo radical. Para Tusk no cabe duda de que el cambio operado en Washington pone a la UE en una situación difícil, por lo que emplaza a los europeos a defender con claridad la dignidad de la Europa unida, advirtiendo que, por separado, los estados europeos son presa fácil para las grandes potencias.

Es difícil toparse con un pronunciamiento tan duro hacia una administración estadounidense por parte de un político europeo en ejercicio; quien lo ha hecho es el máximo representante político de la Unión. Ha sucedido. Algo realmente grave esta aconteciendo para que las palabras pasen a ser mayores, para que el presidente del Consejo eleve tanto el tono o para que la siempre prudente canciller alemana haya considerado imprescindible marcar territorio al nuevo macho alfa, al matón que se ha aposentado en la Casa Blanca. Es evidente que los usos y costumbres de la diplomacia internacional, que cobraron carta de naturaleza tras la Segunda Guerra Mundial y han pervivido hasta el 20 de enero, son historia. Con Trump, el siglo XXI, convulso en sus dos primeras décadas, entra en un espacio desconocido, en una dimensión ignota de la que apenas atisbamos a ver qué salidas civilizadas pueden existir. Pero sí se hace palpable que el apaciguamiento no es el método adecuado, como no lo fue en los meses anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial, como claramente vio el que después sería el primero en enfrentarse al líder nazi aliándose para vencerlo hasta con el diablo, que no era otro que Stalin.

Trump no es Hitler, aunque en algunos momentos el desasosiego ante alguna más o menos tenue semejanza se haga palpable, pero no es menos cierto que Trump es un considerable peligro, mucho más de lo que inicialmente supusimos la gran mayoría, tanto para los ciudadanos de los Estados Unidos como para los del planeta y especialmente para nosotros, los europeos, aunque esa torpe contemporánea que ha llegado a ser primera ministra de Gran Bretaña, Theresa May, demuestre ser incapaz de darse cuenta.

Se está dando una reacción internacional contundente, que por supuesto no hace mella en Trump, que sigue a lo suyo, a lo de todos, desafortunadamente. ¿Y en España? ¿Qué hace el Gobierno español, su presidente? Lo de siempre o lo que es lo mismo: nada. Por la boca de Mariano Rajoy, pusilánime y cobarde, todavía no se ha podido escuchar una condena por lo que Trump está haciendo, al que ni tan siquiera se atreve a nombrar. La indignidad Rajoy no debe de extrañar, porque es la que habitualmente exhibe el presidente del Gobierno en el momento que ha de vérselas con una situación que le incomoda. No hace falta repasar el inacabable rosario de sus indignidades. Pero que no sitúe a España en el nivel acústico de los grandes estados de la UE es penoso. La loada comunidad iberoamericana no ha servido para que Mariano Rajoy o su ministro de Exteriores, un tal Dastis, le digan a Trump que es inaceptable el trato que ofrece a México. El presidente solo farfulla que no le gustan los muros, en plural, para que Trump no se ofenda. Apaciguamiento. En el PP aplican la directriz, hasta la díscola Esperanza Aguirre, para no respaldar la condena de la alcaldesa Carmena, dice que Europa no puede dar lecciones a Estados Unidos. Pues parece que sí se las va a poder ofrecer.

Compartir el artículo

stats