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Antonio Papell

El retorno de Pedro Sánchez

Como era hasta cierto punto previsible, el defenestrado Pedro Sánchez, forzado a dimitir de la secretaría general por una facción del partido para facilitar así la investidura de Rajoy y poner fin a una larga etapa de inestabilidad política, ha regresado a escena tras anunciarse el próximo congreso socialista del mes de junio. La candidatura se ha lanzado después de que Patxi López presentara la suya, inserta en un mensaje coincidente con la posición de Sánchez: el exlehendakari cree que el PSOE se equivocó facilitando a Rajoy su acceso a la presidencia del Gobierno. Y cuando la presidenta andaluza, Susana Díaz, considerada candidata del sector socialista contrario a Sánchez, representado actualmente por la gestora, todavía no ha dado el paso, algo lógico ya que es estratégicamente mejor para sus intereses que lo haga más adelante y dé tiempo a López y a Sánchez a que se desgasten mutuamente: no en vano ambos se sitúan en el mismo espacio político, y los partidarios de Sánchez sospechan que la candidatura de López es en realidad un señuelo lanzado por Díaz para dividir a sus antagonistas.

El retorno de Sánchez se ha producido poco antes de que en Francia el socialismo terminara de consolidar la candidatura presidencial de Benoît Hamon, representante excéntrico del ala más izquierdista del PS, el partido del todavía presidente de Francia, cuya desastrosa gestión ha hundido a su organización política en los confines de la marginalidad. Manuel Valls, quien dimitió de la jefatura del gobierno para presentarse a las primarias, ha sido derrotado con claridad? Pero la victoria de Hamon no conduce de momento a parte alguna: en el mismo hemisferio socialista permanecen el centrista Emmanuel Macron, así como el líder de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon? De momento, no hay indicios de pacto entre estas facciones, y por ahora Hamon aparece en las encuestas por detrás de Macron y de Mélenchon? En definitiva, si no se produce un proceso de concentración en la izquierda, que no se prevé de momento, las elecciones presidenciales del 23 de abril y 7 de mayo desembocarán en la confrontación en segunda vuelta entre el conservador Fillon y la lideresa de la extrema derecha Le Pen. Y si se piensa que Fillon aparece envuelto en un colosal escándalo de cobros oficiales indebidos por su propia esposa, se llegará a la dramática conclusión de que las fuerzas democráticas están poniendo en bandeja la victoria al Frente Nacional. Una posibilidad que muy probablemente haría saltar a Europa en pedazos?con gran alborozo de Donald Trump.

La división interna del PSOE es catastrófica para sus intereses electorales, pero ello no significa que los socialistas puedan ocultar u obviar el dilema que les ha traído hasta la amarga situación actual: el gran partido del centro-izquierda debe decidir sin demora cuál ha de ser su papel entre las opciones posibles: prestarse a la gran coalición y sus distintas variantes, como en Alemania, o intentar un gobierno de izquierdas con las formaciones que están en su mismo hemisferio.

De momento, este dilema ha provocado un golpe de mano y la fractura? que no se ha reducido. De donde habría que llegar seguramente a la conclusión de que el próximo congreso debe servir para que las bases, y el partido con ellas, se decanten en una de las dos direcciones posibles. Con la particularidad de que esta vez debe quedar muy claro que la minoría debe respetar la voluntad de la mayoría y que esta tampoco puede aplastar a aquella: ha de haber fórmulas de integración que faciliten la convivencia interna, sin que las discrepancias tengan forzosamente que provocar nuevos estallidos.

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