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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Que hagan los grafiti en Cort

Sea sincero, ¿prefiere usted que un artista grafitero orine en el portal de su casa o que lo decore con una de sus valiosas pinturas, sabiendo...

Sea sincero, ¿prefiere usted que un artista grafitero orine en el portal de su casa o que lo decore con una de sus valiosas pinturas, sabiendo que en ambos casos la limpieza correrá por cuenta de usted, y que el mérito estético de ambas deposiciones es intercambiable? Los grafiti no pueden desfigurar una ciudad sobradamente maltratada, pero el conjunto de palmesanos no tenemos por qué pagar la crisis de identidad y el pésimo gusto de estos creativos. Hasta que llegó el ayuntamiento ultraprogresista, para permitir bonachón las pintadas con autorización previa. Entreabrimos la puerta, los artistas harán el resto.

La derecha nos trajo las terrazas, la izquierda nos regala terrazas y grafiti. En esta columna no lograremos resolver la maldición de que los palmesanos más irresponsables acaben siempre instalados en la casa consistorial. Sin embargo, podemos exigir que compartan la suciedad pintarrajeada. Los concejales de Cort deben entregar las direcciones de sus domicilios al Sindicato de Artes Grafiteras, para que los laboriosas artistas del gremio se despachen a gusto. Mejor todavía, la ordenanza impondrá que el rancio ayuntamiento y aledaños queden cubiertos de pintura creativa, para que los concejales antisistema se curen de la nostalgia de sus orígenes. Antes de que lo embadurnen, convendrá que alguien les advierta de que el alcalde es humano, aunque tenga la expresividad de un muro.

Ni se nos ocurre dudar de la calidad artística de los grafiti, en un mercado que se extasía ante una pila de ladrillos. También Beethoven posee alguna virtud estética, pero preferimos que no nos aporreen con su música en el balcón veinticuatro horas al día, como sucede cuando un artista grafitero decora irreversiblemente una fachada que su propietario deseaba de color crema y basta. En un ayuntamiento con algún gramo de astucia, barajaríamos la hipótesis de que autoriza los garabatos en las paredes sagradas de la ciudad con la intención de que la legalización anule el morbo transgresor. Ante el aplauso burgués de Cort, el artista grafitero marginal preferirá orinar directamente en tu portal. La limpieza te saldrá más barata.

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