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Llorenç Riera

La alta tensión del precio de la electricidad

La aproximación o el contacto directo ya no son las únicas causas de las sacudidas y calambres que puede producir la electricidad. Cada vez más, también pueden provocarlos sus costes, tanto para el consumo doméstico como industrial y comercial.

La factura eléctrica lleva tiempo siendo un misterio inexplicable y seguramente también injustificable, para el consumidor. Pagarla nadie puede prescindir de ello es jugar a la bolsa por obligación sabiendo por adelantado que vas a perder. Todo depende de la energía disponible y del consumo necesario. No es, entendámonos, la ley de la oferta y la demanda. Es la imposición del proveedor canalizada por el Gobierno que ahora, a fuerza de recibir críticas, hace amagos de movimiento en beneficio teórico del usuario. Pero el ministro del ramo parece quitar hierro a la previsión de que en este 2017 el coste de la luz vaya a experimentar un incremento mínimo de cien euros. Para empezar, en las islas, en este mes de enero el recibo básico ya superará los 80 euros cuando lo normal es que se sitúe entre los 60 y 65.

Hoy día de frío y lluvia, con poca luz natural y temperaturas por los suelos, el precio de la electricidad batirá records a la mañana que volverá a superar a la tarde cuando alcance la cotización de 98,69 euros el megawatio hora. Coincidirá con los momentos de mayor demanda y en los días en que las familias, por lo general, perciben menores ingresos y el pequeño y mediano comercio también tiene necesidad de mayor consumo eléctrico. Nada a favor del usuario. No puede extrañar, dentro de esta dinámica, que Cruz Roja llame la atención sobre el incremento de ancianos que sufren pobreza energética en Mallorca. El acuerdo alcanzado entre alguna eléctrica y la Administración para que no se corte la luz a nadie que esté avalado por los Servicios Sociales sirve para salir del paso, es un avance, pero no aborda la cuestión de fondo ni se pone a la altura de la dignidad del usuario.

El Gobierno, frente a la situación actual, viene a responsabilizar a las grandes empresas gasistas. Es el predominio del mercado mayorista al que ahora se obliga a ofrecer más gas para poder bajar los precios. Con tal finalidad, la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos decide instalar la figura del creador de mercado para que de este modo haya mayor oferta y demanda y se aumente la competencia. Ya resulta paradójico, por otro lado, que, en contraste con la meteorología de estos días, también se cargue la responsabilidad de cuanto ocurre a la escasez de viento y agua.

El debate político esta servido. Los grupos de la oposición han reclamando la comparecencia del ministro de Energía, Álvaro Nadal, en el Congreso y éste dice que acudirá a petición propia. Se reclama la eliminación de peajes al consumo, que se hagan auditorias de costes o que no se pierda todo en cuestiones técnicas. Veremos. Mientras, toca sacudirse pagando más.

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