Diario de Mallorca

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Llorenç Riera

Presión y oportunidad del consumo

Una moda implantada es una necesidad creada, mucho más si tiene patente y origen norteamericano. En términos comerciales, Europa se sigue mirando en el espejo de Estados Unidos, convencida, sin demasiada reflexión, de que todo lo que llega del otro lado del Atlántico es más bueno, bonito y barato.

Con tal adecuación de los hábitos comerciales, el Black Friday ha tenido el camino allanado para tomar plaza segura también en estas Balears que, con la excusa del ocio y el turismo, tienen la obsesión de estar a la última en asuntos de consumo. El "viernes negro", ha llegado a Mallorca y lo ha hecho para quedarse. Es el gancho de los descuentos significativos sobre determinados productos como reclamo difícil de repeler para unos consumidores predispuestos ya por tradición, a finales de noviembre, al consumo navideño. Todo se adelanta. Igual que la primavera. El Black Friday es el cambio climático del consumo. El año pasado ya se notó de forma contundente y en la edición del próximo fin de semana, según todas las previsiones, consolidará su implantación definitiva. Está previsto que las ventas se incrementen en un 10% con respecto a lo ocurrido en 2015.

Esto significa que existe una posibilidad real de que se tripliquen las ventas en relación a un día normal exento de bonificaciones y que en el caso concreto de la tecnología puedan llegar a multiplicarse por seis. Un descuento medio del 20% resulta muy atractivo para quien sabe comprar en función de sus necesidades reales, pero puede acabar siendo un verdadero fiasco si uno deja su cartera a merced de impulsos, presiones y martilleo comercial. Es lo que viene a decir la Dirección General de Consumo cuando aconseja planificación de compras ante el Black Friday, una nueva tendencia que se pone a nivel de la campaña de los Reyes Magos y que va relegando poco a poco las rebajas tradicionales. Hoy, las colas y los empujones están ya en el inicio del Black Friday, no en la apertura de las rebajas.

Pero la nueva moda de patente americana y facilitada también por las ventas a través de internet, no es la panacea. No todos los comerciantes se declaran entusiastas de ella aunque son plenamente conscientes de que ya no pueden prescindir de sus usos. Quien no sigue la corriente queda fuera de competición. El pequeño comercio lo tiene peor para situarse en buena posición frente al Black Friday. El concentrar muchas ventas en pocos días paraliza ventas anteriores, obliga a crear publicidad específica y en este caso concreto, deteriora por adelantamiento las ventas navideña. No se concede tregua en un efecto recíproco para el consumidor y para el vendedor, el comercio va derivando así el algo cíclico a lo largo del año, con periodos álgidos y otros de claro estancamiento. No queda más remedio ya que hacer trasvases entre lo uno y lo otro.

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